Categoría: Curiosidades
Escrito el día 06-agosto-2014 por Juan Toral
Es difícil no ser cómplice de un bostezo, y es que cuántas veces no habremos caído en las redes contagiosas que te atrapan como cantos de sirena cuando alguien cerca de ti abre la boca en ese automatismo que sin ir más lejos a uno que escribe le aparece nada más que de pensar en ello.
¿Pero cómo se produce un bostezo? ¿Es real su poder de contagio? ¿Existe una base científica que lo pueda explicar? Tras revisar documentación al respecto he dado con las posibles culpables del fenómeno que nos traemos entre manos, las neuronas espejo.
Para la RAE, bostezar es la acción de hacer involuntariamente, abriendo mucho la boca, inspiración lenta y profunda y luego espiración, también prolongada y generalmente ruidosa, siendo indicio de tedio, debilidad y más ordinariamente de sueño. Cuando se bosteza, además, se estiran los músculos faciales, se inclina la cabeza hacia atrás, se cierran o entornan los ojos, se lagrimea, se saliva, se abren las trompas de Eustaquio del oído medio y se realizan muchas otras, aunque imprecisas, acciones cardiovasculares, neuromusculares y respiratorias.
Muchas son las curiosidades que mitifican al bostezo. Hay que tener en cuenta que un bebé de 11 meses e capaz de bostezar; también que la capacidad de contagio al ver a otra persona bostezar es del 55%. La duración media del bostezo suele ser de 6 segundos, y el ritmo cardiaco puede llegar a incrementarse incluso un 30%, No es necesario ver a alguien bostezar para sufrir uno, ya que se ha demostrado imitación en ciegos que escuchan bostezar. Peces, reptiles, aves, animales vertebrados…todas y cada una de sus especies bostezan. Bostezar es un buen mecanismo para destaponar los oídos, y esto se debe a que el oído está conectado con la faringe por medio de la tropa de Eustaquio; entre el oído y la faringe se encuentra el tímpano.; cuando la presión es distinta entre el oído externo y el oído medio, el tímpano se “abomba” haciéndonos sentir el efecto de taponamiento. Al bostezar igualamos las dos presiones por medio de la faringe, y a su vez, de la trompa de Eustaquio. Esto mismo ocurre si estornudamos, mascamos chicle, tragamos saliva,… También es muy curioso ver como personas hemipléjicas con la mitad del cuerpo paralizado, pueden estirar el miembro que está paralizado durante el bostezo, haciendo pensar que existen circuitos comunes que condicionan el bostezo, el estiramiento y la contracción de los músculos de la cara.
Son muchas las teorías que han intentado explicar a lo largo de los tiempos su mecanismo de producción, pero seguramente haya sido Gary Hack coautor de un estudio para la Universidad de Odontología de Maryland (Baltimore) el que más se haya acercado a su explicación: »Podemos poner un hombre en la Luna, pero no entendemos qué función tiene bostezar”. Andrew Gallup de la Universidad de Princenton, creen que al bostezar se expanden y contraen las paredes del seno maxilar para bombear aire al cerebro, lo que hace disminuir su temperatura ya que siguen con un símil, “el cerebro humano, al igual que los ordenadores es muy sensible a las temperaturas y debe permanecer fresco para operar eficientemente”
A continuación mencionaré las diferentes teorías existentes que intentan explicar el caso:
– Teoría fisiológica: el cuerpo necesita obtener oxígeno y eliminar la acumulación de dióxido de carbono. Cuando estamos falta de oxígeno, nuestro cuerpo intenta encontrarlo a través de una bocanada de aire; aunque experimentos de la Universidad de Maryland (EEUU) parecen desterrar esta teoría ya que demostraron que en personas sometidas a sobredosis de oxígeno no disminuyó la cantidad de bostezos.
– Teoría de la evolución: nuestros antepasados bostezaban para mostrar sus dientes a modo de intimidación. Según esta teoría, el bostezo sería algo voluntario e intencional.
– Teoría del aburrimiento: esta teoría se basa en el cansancio, el estrés, el exceso del trabajo o el aburrimiento como los causantes del bostezo.
– Teoría del enfriamiento cerebral: ya comentada anteriormente; en esta teoría se entiende que el bostezo sería una forma que tiene nuestro organismo para enfriar el cerebro cuando fallan otros mecanismos termorreguladores.
Ahora bien, y una vez respondidas las cuestiones anterior, pasemos a la que puede ser más curiosa:¿Por qué es contagioso el bostezo?
No hay una única teoría que lo explique, pero parece ser un acto psicológico de empatía con la persona que vemos bostezar, para sincronizar los ciclos del sueño, como un reflejo para que no nos quiten el oxígeno del medio, entre otras opiniones.
Pero la clave parece encontrarse en las neuronas espejo tal y como demuestran recientes estudios. Estas neuronas son las que se activan cuando un animal o persona desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo. Las neuronas espejo se descubrieron en primates por Rizzolatti en 1990 y desde entonces se han demostrado en los seres humanos mediante diferentes técnicas psicofisiológicas. Estas neuronas desempeñan un importante rol dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, como serían la empatía (capacidad de ponerse en el lugar de otro) y la imitación.
Según esta teoría, el punto de unión entre el bostezo y las neuronas espejo podría denominarse bostezo contagioso que podría definirse como la aparición de un bostezo desencadenado por ver, oír, leer, o pensar en otra persona que bosteza, lo cual es un fenómeno muy investigado.
Los mecanismos que impulsan al bostezo contagioso se desconocen, pero hay más apoyo a la hipótesis de que pueden ser parte de una red neuronal implicado en la empatía a través de un sistema neuronal interconectado. La mayoría de estas neuronas espejo se encuentran ubicadas en el área motora del cerebro, por lo que es previsible que jueguen un papel fundamental en el control motor.
Para expertos en interpretar el lenguaje no verbal, el bostezo es un poderoso mensaje. Por sí mismo, el bostezo puede significar no sólo aburrimiento, sino también lujuria, pasión y cortejo.
Y para demostrar que el bostezo es universal, sirva este vídeo en el que Roman Atwood recorrió el mundo en busca de activar las neuronas espejo
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