Categoría: Enfermedades
Escrito el día 04-agosto-2015 por Juan Toral
El verano puede llegar con la recompensa de unas merecidas vacaciones. Vivimos en un mundo global y conectado donde cada vez nos aventuramos a descubrir nuevos rincones, adentrándonos en otras culturas y gastronomía. Se calcula que cada año mas de 50 millones de turistas viajan desde países industrializados a otros lugares del mundo con una calidad de higiene mas deficiente Pero esta inmersión en forma de viajes exóticos pueden suponer un contratiempo en forma de la conocida como diarrea del viajero ya que se calcula que al menos el 75% de las/os viajeras/os presentan un cuadro diarreico, mayoritariamente leve y autolimitado, pero el 7% termina precisando asistencia medica y el 1% hospitalización.
La diarrea del viajero, también conocida como diarrea del turista o gripe intestinal es el problema de salud más frecuente cuando se viaja a países con menores condiciones higiénico-sanitarias. La mayoría de las veces la diarrea no es un problema grave porque el cuerpo acaba acostumbrándose a los cambios de microorganismos y de medio ambiente, pero puede suponer desagradables cambios de planes en el viaje que tanto tiempo llevábamos esperando.
Los síntomas comienzan en el segundo o tercer día de estancia y en más del 90% de los casos durante las 2 primeras semanas. Se define como la aparición de cuatro o más evacuaciones sueltas en 24 horas, o tres o más en un periodo de 8 horas, si se acompaña de al menos de uno de los siguientes síntomas: náuseas, vómitos, calambres o dolores abdominales, fiebre, urgencia o dolor en la defecación. La mayoría tendrán menos de 6 deposiciones al día, pero un 20% llegan hasta 20 deposiciones.
Pero, ¿qué factores influyen para el contagio de esta diarrea del viajero? Varias parecen ser las causas más frecuentes
– Lugar de origen: se dan más casos si la persona procede de algún país desarrollado
– Lugar de destino: la diarrea del viajero suele ser más frecuente cuando la pobreza del lugar visitado es mayor
– Duración de la estancia: por simple probabilidad, a estancias mayores, mayor riesgo
– Tipo de viaje: el turismo de aventura es donde más casos se dan
– Estación del año: esta patología cobra especial relevancia en los meses de verano en los países subtropicales
– Condiciones de salud del propio viajero: tienen mayor predisposición personas con enfermedades de base (inmunodepresión, en tratamiento con antiácidos, con cirugías gástricas…)
Si buscamos la causa o el agente, descubrimos que en más del 40% de los episodios el germen no se logra determinar. Las infecciones más comunes son las producidas por Escherichia coli seguidas por otras cepas de Campylobacter, Salmonella y Shigella.
Saber cómo se transmite es una buena medida para intentar evitar su contagio. La infección suele adquirirse vía oral a través del consumo de alimentos-bebidas contaminadas.
Los alimentos con mayor riesgo de contagio son los que adquirimos a vendedores ambulantes en la calle. Entre los alimentos de alto riesgo destacan: moluscos, mariscos, frutas no lavadas o peladas, ensaladas, mayonesa y alimentos que la contienen, leche y sus derivados, postres dulces, quesos y embutidos. Por otra parte, entre los alimentos más seguros se encuentran el pan y derivados, aquellos servidos muy calientes, carnes y pescados bien cocidos, frutas con la piel intacta peladas o lavadas por uno mismo, verduras hervidas, pastas sin huevo recién cocida.
Hay principalmente 3 vías de transmisión:
1) Desde las heces a la mano y luego a la boca: es de vital importancia la higiene de manos
2) Desde las heces a la comida o bebida: debido a la falta de higiene de las personas que manipulan los alimentos, o por lavarlos con aguas contaminadas o por usar excrementos humanos como fertilizantes
3) A través de toxinas que producen algunos microorganismos: algunas de estas toxinas son resistentes al calor y se eliminan difícilmente al cocinarlos
¿Cómo prevenir el contagio?
– Beber agua embotellada y cerrada. Evitar agua del grifo
– Lavarse las manos
– Evitar ensaladas y vegetales crudos
– Evitar cubitos de hielo
– Pelar nosotros la fruta
– Evitar alimentos crudos o poco cocinados y también aquellos sin refrigeración durante horas, o los poco cocinados o comprados en la calle
– Evitar productos lácteos no pasteurizados como helados, natillas o flanes
– Hervir el agua para esterilizarla
La Fundación Española del Aparato Digestivo resume las recomendaciones en la siguiente frase: hervir, cocinar, pelar o de lo contrario, dejarlo.
Si pese a extremar precauciones nos hemos contagiado, el tratamiento a tener en cuenta pasaría por
– Rehidratación y dieta: la mayoría de estas diarreas se resuelven tras unos días con tratamiento dietético. Lo importante es no deshidratarse por lo que tendríamos que aumentar la ingesta de líquidos. Se recomienda tomar sobres de rehidratación oral y realizar una dieta digestiva en la que habría que evitar los lácteos y basarse en productos como arroz cocido, fruta pelada, tostadas de pan, sopas y galletas saladas. Se recomienda que la cantidad de líquido a tomar sea: en niños menores de 2 años 1/4-1/2 vaso (50-100 ml) después de cada deposición, en los niños con edades comprendidas entre los 2-10 años 1/2-1 vaso (100-200 ml) después de cada deposición y sin límite en los adolescentes y adultos.
– Antidiarreicos: como la loperamida que mejoran los síntomas al disminuir la motilidad. No deben administrase en menores de 2 años ni en ningún caso de diarrea con sangre o si se acompaña de fiebre alta. La dosis es de 2 comprimidos (4 mg), seguidos de 1 comprimido (2 mg) después de cada deposición diarreica sin superar los 8 comprimidos al día.
– Antibióticos: en casos más graves, y siempre prescritos por un médico. Ciprofloxacino suele ser el más empleado; en niños y embarazadas se aconseja azitromicina o trimetoprim-sulfametoxazol.
Las diarreas leves se tratan sólo con antidiarreicos. Las moderadas se tratan con una dosis de antibióticos que se puede repetir a las 12 h (junto con antidiarreicos), pero si a las 24 h persiste se continuará durante 3 días. Las más graves se tratan durante cinco días.
En ocasiones el viajero puede presentar diarrea con sangre (disentería), que puede acompañarse de fiebre, escalofríos, sudoración profusa e intensa debilidad cuyo origen responde a infecciones invasivas de la pared intestinal, como Shigellosis, fiebre tifoidea o Campylobacter. La fiebre y la sangre o moco en las heces son criterios de gravedad por lo que en estos casos hay que acudir a un centro sanitario.
Seguro que hemos escuchado alguna vez la opción de vacunar o tomar antibiótico de forma preventiva. La profilaxis antibiótica no está indicada por los efectos secundarios del antibiótico, al fomento de las resistencias bacterianas y al hecho de que puede dar lugar a una falsa seguridad (no cubriría ni los virus, ni los parásitos ni algunas bacterias), haciendo olvidar las normas higiénicas. Respecto a las vacunas, decir que en general no existen para los gérmenes más frecuentes responsables de esta diarrea. En caso de viajar a zonas de epidemia, deberíamos consultar con un profesional sanitario o con el centro de vacunación internacional y es que en estos casos vacunarse frente a tifus, hepatitis A o cólera podrían estar indicadas según el destino y el estado inmunitario de la persona.
Y para terminar esta entrada, un consejo práctico a modo de remedio casero, ya que es muy probable que no estemos cerca de una farmacia para comprar los sobres de rehidratación. Existe la opción casera en la que nosotros elaboramos nuestro “suero” para el cual utilizamos un litro de agua al que se añaden 6 cucharaditas rasas de azúcar y 1 cucharadita rasa de sal.
Deseándote un feliz verano con un viaje saludable en el caso de realizarlo cerramos esta entrada.
BIBLIOGRAFÍA
Fundación Española del Aparato Digestivo
Bujanda Fernández de Piérola L, Barrio Andrés J. Diarrea aguda. Tratamiento de las enfermedades gastroenterológicas
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