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Hernia discal y dolor de espalda

Categoría: Enfermedades

Escrito el día 30-noviembre-2019 por Juan Toral

El dolor de espalda es un ogro silencioso. Y es que puede parecer una tontería, pero es el segundo motivo de consulta más frecuente tras los resfriados y la primera causa de bajas laborales, lo que termina suponiendo un elevado coste económico, pero sobre todo emocional, para las personas que lo sufren. Y es que, si no has tenido nunca dolor de espalda, no cantes victoria ya que se estima que 8 de cada 10 personas lo sufrirán a lo largo de su vida.

En torno al dolor de espalda tendemos a generalizar: o es un lumbago si hay dolor sin más, o es una “ciática” si te tira al cachete y a la parte trasera del muslo. Pero en ocasiones el dolor de espalda puede no ser simplemente eso y por ejemplo puede deberse a un cólico renal o que haya una explicación anatómica más allá del desgaste del día a día y existe una hernia discal que justifique las crisis de esos dolores. En este post intentaré aclarar precisamente en qué consisten las hernias discales, qué son y abordar el dilema: ¿me opero o espero?

¿QUÉ ES UNA HERNIA DISCAL?

Para explicar que es una hernia discal, primero hay que repasar un poco de anatomía. Entre las vértebras, hay unos pequeños discos gelatinosos que se llaman discos intervertebrales. Como acabas de leer, el disco por dentro es blandito (núcleo pulposo), pero tiene una cobertura un poco más sólida (anillo fibroso) para otorgarle cierta resistencia y protección. Para que lo entiendas sin problemas, los discos son el sistema de amortiguación de nuestra espalda. La función de estos discos es crear una pequeña articulación en cada vértebra para que pueda existir cierta flexibilidad y permitir el movimiento, ya que, si entre vértebra y vértebra no los tuviéramos, iríamos rígidos y perderíamos mucha capacidad de movimiento.

He aquí la causa de las hernias. Hay personas o situaciones como el paso de los años, en las que estos discos pierden flexibilidad y elasticidad y la cubierta del disco se “gasta” o se rasga, lo que daría paso a que el contenido gelatinoso del disco salga hacia fuera, al canal raquídeo (lo que se conoce como protusión-protrusión en el argot médico). Por la zona hay muchos vasos sanguíneos, pero sobre todo terminaciones nerviosas, lo que hace que, al salir el contenido del disco hacia fuera, presione esas raíces nerviosas y sintamos el característico y tan desagradable dolor de una hernia discal.

Una hernia discal por lo tanto podremos tenerla en cualquiera de las vértebras, ya sean cervicales, dorsales, lumbares o sacras, pero por una cuestión anatómica, los puntos “calientes” donde las hernias son más frecuentes con las vértebras cervicales C4 y C6, las lumbares L4-L5 y la sacra S1. Y la explicación de esto, es que son las zonas de la espalda que tienen más movilidad y por lo tanto, mayor desgaste.

¿QUIÉN TIENE MÁS PAPELETAS PARA TENER UNA HERNIA?

Pues desgraciadamente, esto no es el sorteo del Euromillón y cualquier persona puede terminar desarrollando una hernia discal. Aunque es verdad que existen ciertas situaciones que pueden predisponer a su formación. Entre estas situaciones hay que citar a aquellas personas que trabajan o realizan con bastante frecuencia esfuerzos físicos como por ejemplo cuidadores de personas encamadas o repartidores de mercancías pesadas. La obesidad y el embarazo también predisponen ya que el exceso de peso sobrecarga la región lumbar; ciertas/os deportistas que ejecuten movimientos de flexión-extensión repetitiva de la columna también tienen más probabilidades de acabar con una hernia. Estadísticamente, los hombres sufrimos más esto de las hernias y la edad donde más casos se dan es entre los 30 y los 50.

¿TENGO UNA HERNIA? SÍNTOMAS

Para ponerte en la pista si lo que sufres es un simple lumbago o puede haber una hernia discal, es importante que conozcas sus síntomas. Dos suelen ser el eje sintomático: el dolor que suele irradiar y la radiculopatía, que serían las alteraciones sensitivas como pérdida de sensiblidad (hipoestesia) u hormigueo (parestesias) o motoras con déficit de movilidad. En función de donde se localice la hernia y de los nervios afectados, se acompañará de uno u otros síntomas:

A nivel LUMBAR

A nivel CERVICAL:

¿CÓMO SE DIAGNOSTICA UNA HERNIA?

Pues toca romper el mito de que ante cualquier dolor de espalda haya que hacer una radiografía. Si tenemos dolor, irradiación y alteraciones sensitivas y motoras, existe una alta sospecha que de pueda deberse a una hernia discal. Y la prueba diagnóstica por excelencia para ver una hernia es la resonancia magnética (RMN). En segundo lugar, estaría el TAC.

Ahora bien, no está indicado hacer este estudio ante la aparición del primer síntoma ya que, en un alto porcentaje de casos, los síntomas desaparecen a las dos semanas. Por lo tanto, la realización de una RMN estaría indicada si pasado un mes siguen los síntomas, si pese al tratamiento el dolor y la invalidez sigue o también para saber el grado de afectación y localización para saber si finalmente toca pasar o no por quirófano. 

TRATAMIENTOS PARA LA HERNIA DISCAL

Está muy arraigada la idea de que la mejor opción para curar una hernia es operarte, pero esto es así solo en el 10% de los casos. Lo normal es seguir un tratamiento conservador, con el que mejoran entre el 50 y el 90% de los casos.

Si tienes una hernia sería importante intentar modificar aquellas posturas y actividades que nos están haciendo empeorar. Una buena higiene postural da mejores resultados de lo que podemos imaginar.

En contra de lo que se puede imaginar, el reposo no es lo mejor y siempre hay que evitar que se prolongue más de 2 días. En la medida de lo posible, hay que intentar favorecer la recuperación temprana de la actividad habitual, aunque evitando trabajos pesados.

Si esto falla, entramos dentro del mundo de la farmacología. Siempre es conveniente que sea un/a médico/a quién te asesore y haga un plan de tratamiento. Entre los fármacos que pueden utilizarse se encuentran: paracetamol, antiinflamatorios, relajantes musculares, derivados del opio como el tramadol e incluso corticoides orales para intentar potenciar el efecto antiinflamatorio.

El mundo de la fisioterapia/rehabilitación también puede contribuir y las personas con una hernia pueden beneficiarse de técnicas como masajes, tracciones, ultrasonidos, infiltraciones articulares, estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS) e incluso bloqueos nerviosos.

Ahora bien, si todo esto falla, si la clínica es muy invalidante, si la persona no tiene mejoría…habría que plantearse la opción de operar la hernia discal. 

¿CUÁNDO ESTA INDICADO OPERAR UNA HERNIA DISCAL?

Pero como he dicho al principio, de entrada, la solución no es el quirófano. Una operación de espalda no está exenta de riesgos y además la probabilidad de que vuelva a dar la cara en un futuro no es pequeña por lo que siempre se tiene que empezar optando por un tratamiento conservador que da buenos resultados.

SIGNOS DE ALERTA y MOTIVOS PARA CONSULTAR

Hay tres situaciones en las que, en el caso de aparecer, debes acudir más pronto que tarde (te diría que rápido, pero con el dolor irás cojeando J ) a tu médico:

Pero además de los tres supuestos anteriores, deberías consultar con tu médico si el dolor irradia hacia las piernas, si se acompaña de molestias al orinar, si tienes fiebre, si te notas muy cansado, o llevas un tiempo perdiendo peso, o que empeora al estar tumbado o si estás embarazada. Ya que en estas situaciones haría falta una buena exploración y no limitarnos simplemente en tomar calmantes para frenar el dolor o en ir al fisio.

Espero que tras este artículo tengas herramientas para diferenciar si tu dolor de espalda es un simple lumbago o si puede ser algo más. Si tienes cualquier duda, sobre qué debes hacer o sobre que fármacos tomar, te recuerdo que tengo consulta médica online por 15€ y que puedes disponer de promociones de tarifa plana de consultas durante 3 o 6 meses por menos de 10€ al mes.

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