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Escrito el día 15-octubre-2019 por Juan Toral
La boca es la puerta de entrada o la carta de presentación que tenemos para mostrarnos al mundo. Y es que desde que nacemos, la boca es esencial para mantenernos con vida: a través de ella ingerimos la leche materna, nos reímos, comunicamos, nos expresamos, hablamos, masticamos, bebemos, besamos…
Pero nuestra boca alberga sorpresas desagradables, que muchas veces dan la cara con dolores en su interior, sobre todo en las muelas, las piezas dentales encargadas de triturar la comida para hacer más fácil el proceso de digestión de los alimentos. Debido al impacto repetido de nuestras muelas con los alimentos, la probabilidad de que se dañen o que pierdan su vigor externo en forma de caries, aumenta con el paso de los años. Si a eso le sumamos el abuso de azúcares o sustancias como el tabaco, la probabilidad de que nuestra salud bucal se merme aumenta. A esto tendríamos que añadir la gran cantidad de gérmenes que se encuentran en nuestras fauces, por lo que finalmente, el riesgo de sobreinfección es grande.
Si llegado el momento aparece una infección en la boca, lo ideal es acudir a una clínica dental que nos genere confianza, donde se encuentren profesionales cualificados y con experiencia para dar el mejor trato posible, ya que le abordaje de la boca, aunque inicialmente pueda ser valorado por tu médico de cabecera, suele precisar una supervisión por el especialista, que es el/la dentista.
El origen del dolor en el interior de la boca puede tener diferentes causas, por eso lo ideal es la valoración de un especialista para llevar a cabo un diagnóstico diferencial. Y es que el abordaje es muy diferente si el problema se encuentra en una terminación nerviosa, en un empaste, si se debe a una caries o si existe una infección en forma de flemón.
De cara a aliviar el molesto dolor, podemos optar inicialmente por tomar alguno de los medicamentos calmantes más conocidos por todos, como por ejemplo el Metamizol. Otra buena opción sería decantarnos (siempre y cuando no haya contraindicaciones) por un antiinflamatorio, tipo Ibuprofeno o Dexketoprofeno.
Un remedio natural que parece poder ayudar es la aplicación de hielo o una gasa fría cerca de la zona dolorosa, ya que el frío, por un lado, actúa de anestésico y por otro de antiinflamatorio natural, ya que produce una vasoconstricción que se traduce en la disminución de la llegada de sangre al lugar, lo que hará que disminuya el dolor. Si te decantas por intentar buscar alivio con frío, tienes que saber que no debes aplicártelo directamente sobre la zona dolorosa, ya que esa área estará especialmente sensible. Además, también tienes que saber que el hielo no se puede aplicar directamente, sino que hay que envolverlo con un trozo de tela o algo similar para evitar abrasiones-quemaduras por el frío.
Será importante también evitar masticar alimentos muy duros que obliguen a una masticación intensa ya que esto predispone a que el dolor se acentúe.
Pero lo normal es que estos remedios naturales o los calmantes tradicionales, no sean suficientes para controlar las crisis de dolor, sobre todo si hay una infección subyacente que nos obligará pasar por el sillón del dentista para que, tras valorarnos, comenzar con el tratamiento oportuno.
Al igual que la confianza con el médico de cabecera es importante para un buen control de las enfermedades existentes, tener un dentista de referencia que nos genere confianza es importante para intentar salvaguardar una buena salud bucal.
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