Categoría: Reflexiones
Escrito el día 01-julio-2015 por Juan Toral
Se puede decir, bajo mi punto de vista con orgullo, que estamos en la semana del ORGULLO. Y es que creo que cuantos más derechos se consigan, mejor es la calidad de vida y dignidad de un pueblo. Personas como el triste y recientemente fallecido Zerolo lucharon y centraron sus esfuerzos para que darle la mano, querer o casarte con la persona que amas sin importar el sexo, no fuera motivo de exclusión sino de integración. Desde mi más profunda heterosexualidad defiendo abiertamente que cada cual sea libre de amar a quién su corazón le mande, sin importar el X o la Y del genotipo. Iglesias, regímenes autoritarios e ideales políticos parecen empeñados en intentar acotar la libertad de las personas, pero ya lo dijo Jesucristo, amarás al prójimo por encima de todas las cosas. ¿Quién somos, qué potestad tenemos para intentar imponer unos ideales, para perseguir o castigar a alguien por pensar o sentir “diferente” o lo que a lo largo de los años se ha considerado la “normalidad”? Y es que haciendo uso del argot del orgullo, el arcoíris se debe a lo combinación de todos los colores ya que no sólo de blanco o negro vive el hombre ni la mujer.
Escribo esta entrada en defensa de una fiesta que espero que dentro de unos años no tenga que celebrarse a bombo, platillo y plumas, sino que se vea algo normal dentro de la sociedad civilizada que intentamos ser.
Para ambientar esta reflexión, quiero retomar el caso de una controvertida y sonrojante decisión que saltó a la palestra en Abril, cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea consideró que estaba justificado prohibir donar sangre a los homosexuales ya que “estaban expuestos a un riesgo elevado de contraer enfermedades infecciosas graves y que no existían técnicas eficaces de detección para garantizar un alto nivel de protección de la salud de los receptores”. Dicho fallo responde a una cuestión prejudicial en Estrasburgo que tramitó el litigio a un ciudadano francés al que no se permitió donar sangre por haber tenido una relación sexual con otro hombre. Y es que el derecho galo excluye permanentemente de la donación de sangre a los hombres que han tenido estas relaciones. Liberté, égalité, fraternité que dirían nuestros vecinos.
Esta sentencia entraña la discriminación en la orientación sexual (centrada exclusiva para el género masculino). ¿Pero existen realmente orientaciones con mayor riesgo o simplemente son las prácticas las que conllevan ese riesgo?
Nada más cumplir los 18 años, me auto-regalé el privilegio de ser donante de sangre. Siempre que puedo hago mi contribución a modo de bolsa de sangre. Tengo mi carnet de donante y he dejado parte de mi sangre (la manera más generosa y altruista) de dar vida en Úbeda, Granada, Málaga y Las Palmas. Hay que recordar que en España, en ningún momento la condición sexual del donante es motivo de discriminación.
Los requerimientos para donar parten de la normativa española, un Real Decreto publicado en septiembre de 2005 por el Ministerio de Sanidad, en el que se prima la buena condición de salud del donante frente a sus prácticas sexuales. Cada centro de transfusión sanguínea establece los criterios de selección de donantes, partiendo siempre de los requisitos que establece el RD, que impone que los candidatos a donantes de sangre deban ser sometidos a un reconocimiento previo a cada extracción, realizado mediante cuestionario y entrevista personal a cargo de un profesional sanitario debidamente cualificado, que es quien va ha de concluir que en ese momento esa persona se encuentra en condiciones buenas de salud para poder donar.
La donación de sangre es por tanto segura, ya que médico realiza al donante una entrevista, le toma la tensión y comprueba su hemoglobina; sólo se realizará la extracción si está en buenas condiciones de salud y, posteriormente, se analiza la sangre extraída. ¿Dónde y quién tiene entonces la potestad para en función de la persona con la que duermes privar de un bien social como la donación? Y es que con ignorantes como los que cortan este tipo de actos, la dignidad de las personas se desangra.
La homosexualidad, por muchos es un tabú incómodo que intentan de esquivar cual enfermedad infecciosa. Pero la Ciencia lleva tiempo intentando dar respuestas, argumentos y explicaciones a tópicos tan medievales como los que indican que “la homosexualidad se puede curar”
Richard Cohen (se define a sí mismo como un ex-gay) publicó un polémico libro, cuyo título era ya toda una declaración de intereses “Comprender y sanar la homosexualidad” donde defendía que no hay nada biológico en la homosexualidad, sino que esta es el sólo fruto de experiencias después del nacimiento, por lo que una correcta psicoterapia podría revertir dichas experiencias y cómo él dice en su libro, «sanar la homosexualidad». (leer entrevista)
¿Pero qué respuestas da la ciencia sobre todo esto? ¿Uno nace o se hace? Existen suficientes evidencias que parecen demostrar que ciertos factores biológicos influyen en la orientación sexual.
Uno de ellos, es los niveles de hormonas masculinas durante el embarazo. Cualquier embrión empieza a desarrollarse sin un sexo definido. Pero si posee un cromosoma Y (género masculino), en la semana 6 de gestación empezarán a desarrollarse los testículos. Y en la 8 comenzarán a segregar testosterona alcanzando su nivel máximo entre la semana 12 y 14. Justo cuando además del cuerpo también se está desarrollando el cerebro. La testosterona y otros andrógenos es lo que masculinizará el feto. Si no hay liberación de testosterona, el cuerpo y cerebro del feto continuarán su desarrollo como mujer. Ciertos estudios defienden que si durante un embarazo masculino el pico de testosterona no es suficientemente alto, algunas partes del cerebro podrían quedar menos masculinizadas y condicionar hacia la homosexualidad.
Y es que los niveles de testosterona parecen ser claves en este tema, ya que esta hormona durante el embarazo influye en el desarrollo de ciertas áreas cerebrales, como por ejemplo el hipotálamo que se ve implicado parcialmente en la atracción sexual. Estudios de resonancia magnética funcional han demostrado que algunas características del hipotálamo de hombres homosexuales es más parecido al de mujeres que al de hombres heterosexuales. Esto también es interpretado como una evidencia de condicionantes prenatales a la homosexualidad.
También hay estudios que demuestran una mayor predisposición genética entre gemelos, aunque debe desterrarse la idea del “germen de la homosexualidad”
Todo este tema es mucho más complejo por lo que no hay verdades absolutas: no debemos aferrarnos a la testosterona, ni a la predisposición genética ni a otros estudios que indican que es más probable ser homosexual si eres el hijo pequeño de una mujer que ha tenido bastantes partos previos de varones por la resistencia parcial a los andrógenos que se da en estos casos. En el tema de los sentimientos y el amor, entran en juego una serie de variantes y factores externos que es imposible buscar causas: la afectividad, el feeling, las condiciones vitales hacen imposibles encorsetar algo tan subjetivo como el querer. Por lo que parece que intentar buscar respuestas y “remedio” como con ciertas terapias de conversión psicológicas, además de frustrante y poco efectivo, puede ser motivo que empuje a situaciones tan evitables y lamentables como el suicidio.
¿Quién ha dicho que relaciones entre personas del mismo sexo es una anomalía? En la naturaleza y a lo largo de la historia de hecho es una práctica relativamente frecuente, pero la raza humana ha ido perfilando la idea de considerarlo como una práctica antinatura, con la cantinela negativa de la correlación con la pedofilia, la pederastia o la promiscuidad.
Intentaremos cerrar esta entrada en forma de alegato a favor de los derechos humanos intentando desmontar algunos de los tópicos más frecuentes que circulan sobre la homosexualidad que se han citado en los párrafos anteriores:
Bien entrados en el siglo XXI debemos de ser crítico con nuestros prejuicios y con ciertos pensamientos que restan en vez de sumar. Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra, que se puede leer en un bestseller que tanto proclama la bondad pero que se atreve a torturar al mismo tiempo
Feliz orgullo
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