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Escrito el día 26-abril-2019 por Juan Toral
Las lágrimas, esas minúsculas gotitas de agua con sodio que a veces se precipitan de nuestros ojos han dado para ser protagonistas de canciones: tenemos las lágrimas de plástico azul de Joaquín Sabina, las de cocodrilo de J. Orleans, la versión machista de los Chicos no lloran de Miguel Bosé o la Loca del Muelle de San Blas de Maná que empapada en llanto juró que esperaría.
Dicen que las esencias se guardan en frascos pequeños y por ello quizás nuestro cuerpo utiliza las lágrimas como vehículo para expresar emociones, tanto de alegría como tristeza. Llorar puede resultar terapéutico ya que nos permite expresar sentimientos y generar bienestar.
Pero más allá del aspecto emocional y metafísico de las lágrimas, lo cierto es que las lágrimas cumplen también una función fisiológica para que nuestros ojos se encuentren bien hidratados y de esa manera no nos molesten ni piquen.
En este post hablaré sobre las lágrimas artificiales explicando qué son y cuándo hay que utilizarlas.
Las glándulas lagrimales, que se ubican en ambos laterales del ojo se encargan de generar y eliminar lágrimas que mantendrán a nuestros ojos hidratados. Esto es muy importante ya que de esta manera es un mecanismo de defensa natural frente a infecciones ya que ayuda a eliminar los residuos que entran a diario en contacto con nuestros ojos.
En su composición química, la lágrima contiene un elemento que se llama mucina que hará también que nuestros párpados estén hidratados. Existen situaciones en los que esta cadena falla y termina produciéndose un problema de salud conocido como síndrome de ojo seco, que además de molesto, nos obliga a usar lágrimas artificiales para intentar suplantar la producción fisiológica de lágrimas que mantiene a los ojos hidratados. Las lágrimas artificiales son un producto sanitario que intenta reproducir a la perfección las características físico-químicas de las lágrimas: osmolaridad, pH, viscosidad y tensión superficial.
Puedes comenzar a sospecharlo si tienes alguno de estos síntomas: picor de ojos, sensación de cuerpo extraño (normalmente, arenilla), visión borrosa, sequedad, molestias con la luz (fotofobia), enrojecimiento o sensación de fatiga ocular.
Pero no solo las personas con predisposición a sufrir ojo seco deben usar lágrimas artificiales. También se aconseja su uso en otras situaciones como por ejemplo personas que han pasado por quirófano para resolver problemas de la visión, también gente con presbicia que es un problema que suele ir de la mano con el paso de los años ya que también se conoce como vista cansada y cuando hay cataratas.
Muchas veces el origen de la sequedad ocular no se debe ni a una enfermedad ni a un fallo en la liberación de mucina, sino en ambiente en el que estemos. Estar expuestos largas horas a calefacción o el aire acondicionado puede disminuir la capacidad de hidratación de nuestros ojos, ya que estos ambientes provocan sequedad. Por lo tanto si trabajas o pasas muchas horas al día en estas circunstancias, e incluso si estás mucho tiempo frente a la pantalla de un ordenador, el uso de las lágrimas artificiales puede resultarte beneficioso.
Como podrás sospechar a esta altura de la película, la contaminación o el humo del tabaco tampoco son buenos compañeros de viaje.
Existen diferentes tipos de lágrimas artificiales, así que aunque de venta libre en farmacias, lo ideal es que previamente un/a oftalmólogo/a valore tu caso y te mande la que mejor te venga.
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