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Escrito el día 02-enero-2019 por Juan Toral
La acidez es un molesto síntoma que hace que muchas personas sufran después de las comidas: quemazón, digestiones pesadas, eructos, nauseas… Puede parecer un problema menor, o dicho de otra forma, es un problema mayor (Mariano Rajoy dixit) ya que 1 de cada 3 personas sufre este síntoma.
Si en un post anterior hablábamos sobre los peligros del abuso del Omeprazol, hoy lo complementamos con una serie de remedios frente a la acidez. Y es que lo “fácil” es tomar algún antiácido ya sea un “protector de estómago” (ya sea un inhibidor de la bomba de protones como el Omeprazol, o un antagonista H2 como la Ranitidina) o algún fármaco famoso como el Almax®, pero te sorprenderá saber que este síntoma no sólo se debe a problemas digestivos sino que malos hábitos en la alimentación y el estrés suele estar detrás en la mayoría de los casos.
La acidez puede sentirse por dos factores, o la combinación de ambos. Por un lado, cuando nuestro estómago secreta más ácido del necesario para digerir los alimentos o por el otro, cuando el esfínter del esófago, que es la válvula que controla el paso del alimento del esófago al estómago no cierra bien y hace que el alimento del estómago, mezclado con los ácidos, refluya y vuelva para arriba en vez de seguir su trayecto descendente. Una hernia de hiato agravaría todo esto, al igual que el consumo de una serie de fármacos, como por ejemplos los antiinflamatorios (AINEs) que son gastrolesivos ya que irritan la mucosa del estómago. Personas con problemas de vesícula también tienen mayor predisposición a sufrir en las digestiones.
Nuestro estómago está preparado para soportar la acidez de estos jugos, pero el esófago no, por lo que si asciende el contenido digestivo, se siente esa sensación de quemazón.
Esta acidez (conocida en el argot médico como pirosis) puede acompañarse de otros síntomas como por ejemplo nauseas, mal sabor de boca, mal aliento (halitosis), dificultad para tragar (disfagia), dolor-ardor en la zona del pecho, e incluso tos, faringitis crónica, ronquera y hasta alteraciones del sueño…así que mucho ojo con estos últimos síntomas que pueden no mejorar porque no se enfocan bien.
Es una simple cuestión de física, un problema de contenido-continente. A medida que el bebé crece, se va aumentando la presión sobre el estómago. Además se produce una mayor liberación de hormonas como la progesterona que hace que la musculatura y la válvula que controla el paso de alimento del esófago al estómago no cierre bien, por lo que al haber más presión, hace que el alimento tienda a subir de nuevo hacia el esófago.
A continuación te expongo una serie de aspectos que pueden influir
– No te acuestes nada más terminar de cenar. Espera al menos dos horas para que el proceso de la digestión se haya producido.
– Se recomienda que las personas propensas a padecer acidez no duerman totalmente en horizontal, sino que levanten un poco el cabecero. El estar ligeramente incorporados, ponemos un freno posicional para que el alimento no suba por el esófago, algo que si estamos totalmente horizontales es más probable.
– No uses pantalones muy ajustados y cinturones muy apretados. Puede contribuir a aumentar la presión en la cavidad abdominal.
– Evita el sobrepeso ya que la obesidad es un factor de riesgo.
– Los nervios no son buenos compañeros de viaje. El estrés y la ansiedad contribuyen a una mayor liberación de estos ácidos, que en exceso, son un problema.
– Evita las digestiones pesadas que obliguen a nuestro estómago a trabajar a marchas forzadas: fritos, grasas, alcohol, tabaco…
– Evita comer rápido: Comer de manera acelerada dificulta la digestión, por lo que la probabilidad de reflujo es mayor debido a que al no masticar bien la comida, se necesita mayor cantidad de ácido para disolver los nutrientes y estar más tiempo en el estómago, lo que aumenta la probabilidad de reflujo.
– Cuida los alimentos: evita la grasa, el picante o el alcohol. También en la medida de lo posible no abuses de la cafeína ni de las bebidas con gas como los refrescos. Otras comidas como el chocolate, el té, el ajo, la cebolla, los cítricos o el vinagre no ayudan.
– No fumes: no solo porque hace que tengas más acidez, sino por lo beneficioso a la larga que es dejar el tabaco. Si quieres dejar de fumar y no lo consigues te animo a que pidas ayuda a tu médico o que hagas uso de mi consulta online.
Seguir unas pautas en la alimentación es uno de los pilares para mejorar este molesto síntoma de la acidez. Entre las recomendaciones, hay unos alimentos beneficiosos y otros contraproducentes:
– Alimentos recomendados: arroz, pasta, pan, verduras cocidas, carne magra, pescado, leche desnatada, agua o bebidas sin cafeína. Se recomienda cocinar al horno, hervidos o a la plancha.
– Alimentos a evitar: las verduras crudas, el ajo, el tomate, el pepino, el pimiento, frutas con piel, alimentos integrales o con un alto contenido en fibra, chocolate, queso curado, embutidos, chocolate, zumos, cítricos, refrescos, alcohol, café, té o cebolla. Se recomienda evitar freír los alimentos así como tampoco tomar bebidas ni muy frías ni muy calientes.
La forma en la que se come también influye. Es aconsejable comer más veces (5 al día) pero evitar ingerir grandes cantidades de alimento. Además hay que masticar muy bien el alimento para triturarlo, lo que facilitará su posterior digestión y se aconseja evitar tumbarnos nada más comer.
Me gustaría terminar este post con un consejo: intenta tomarte la vida con otra filosofía #VivirEsOtraCosa: deja las prisas y los nervios a un lado: come de manera saludable, hazlo de manera reposada, evita en la medida de lo posible consumir tóxicos adictivos como el alcohol o el tabaco y en el caso de no conseguir controlarlo, echa mano de los recursos que nos ofrece la farmacología. Pero de entrada, lo ideal sería intentar erradicar las situaciones que pueden estar predisponiendo al exceso de acidez, ya que de esa manera no viviremos enganchados a medicamentos, sino a la vida.
Y recordarte que si la aparición de acidez es nueva, se hace más intensa, o se acompaña de otros síntomas como pérdida de peso, falta de apetito, dificultad para tragar, sangrados en el vómito o la caca o sensación de que te falta el aire, pide cita con tu médico para contarle tu caso. Él/ella, sabrá como ayudarte.
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