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Escrito el día 18-abril-2019 por Juan Toral
Aunque muchas personas intenten relativizar el sexo, lo cierto es que en torno a la sexología se edifica uno de los pilares de la salud emocional de las personas. Ya sea por el autoestima, la oleada de placer en forma de la liberación de endorfinas o que somos animales evolucionados influidos por feromonas, lo cierto es que la sexualidad es un instinto primario que aunque hemos ido moldeando con el amor y los sentimientos que puede ir vinculado al acto sexual, es algo que no debemos pasar por alto ya que problemas que dificulten el sexo pueden terminar repercutiendo en nuestra salud físico-emocional.
Hombres y mujeres, aunque pueden compartir problemas, tienen sus propias peculiaridades y necesidades básicas. No abordar los problemas pueden ser el preludio de problemas mayores en la pareja ya que los problemas sexuales suelen llevar asociadas conductas evitativas ante el temor al fracaso y esto puede ser el origen de fallos en la comunicación, de inseguridades y de problemas de confianza por parte de la pareja que debido a estos problemas sexuales puede terminar estallando por los aires.
Así que mi primer consejo es que si sufres algún problema sexual que no agaches la cabeza ni mires para otro lado. Lo mejor es consultarlo con tu médico o acudir a un especialista o centro especializado para estudiar tu caso, buscar la causa y trabajar sobre él para solucionar el problema y evitar que vaya a más.
Sin duda, los dos problemas más frecuentes en torno a la salud sexual masculina son la eyaculación precoz y la disfunción eréctil. Rápidamente abordaremos cada caso para que en el caso que los sufras, tengas las herramientas suficientes para identificar el problema y buscar soluciones.
La eyaculación precoz, problema que afecta a uno de cada tres hombres, sería el problema sexual que hace que el hombre eyacule de forma rápida y prematura ante cualquier estímulo-relación sexual. Se produce una pérdida en los mecanismos de control sobre la eyaculación que hace que el hombre pierda la capacidad para controlar su orgasmo. Aunque existe variabilidad entre las personas, lo “normal” es poder contener el momento de llegar al orgasmo entre 5 y 15 minutos de comenzar con la penetración.
Existen diversos grados en función de la severidad de los casos. Oscila entre la leve cuando la eyaculación se retrasa en torno a los 8 minutos y la grave que se produciría nada más comenzar con la penetración.
El primer paso para abordar el problema sería saber el origen. 9 de cada 10 casos tienen su base en problemas psicológicos ya sea por la existencia de ansiedad, estrés, falta de autoestima, una mala educación sexual sobre todo en la adolescencia que puede hacer que este problema se arrastre con el paso de los años, inseguridades…Todas estas cuestiones puede terminar conllevando una reducción de la serotonina que es un neutrotransmisor que regula el control de las emociones. Pero hay también casos donde hay una causa orgánica detrás de la eyaculación como por ejemplo posibles infecciones en la uretra o la próstata. Saber distinguir entre un origen u otro es importante a la hora de recibir el abordaje ideal para cada caso.
Un consejo que tienes que tener en cuenta es evitar automedicarte. En la búsqueda de la solución, uno puede buscar acudir a la farmacia y comprar algún medicamento que vaya destinado a atajar este problema. Estas pastillas pueden resultar perjudiciales para la salud y siempre deberían ser prescritas por tu médico. Lo ideal es usar un tratamiento específico y personalizado para cada persona.
La psicoterapia puede ser un buen punto de partida para trabajar sobre el origen de dicho problema para evitar que se cronifique y termine de dejar de ser algo puntual para convertirse en un problema de salud. La eyaculación precoz debe tratarse a tiempo ya que si no es así se terminan desarrollando problemas de erección y problemas psicológicos generados por el descontento de no poder satisfacer ni sus necesidades ni las de su pareja y esto terminaría generando un círculo vicioso más difícil aún de partir.
En ocasiones la causa de la eyaculación precoz puede ser un proceso infeccioso de base que necesite tratamiento específico con antibiótico. Sea cual sea tu caso lo ideal es que esté supervisado por tu médico que sabrá abordar el problema de la mejor forma para su caso.
La disfunción eréctil sería la incapacidad para mantener una erección duradera que permite relaciones sexuales satisfactorias y placenteras. La disfunción eréctil no es un simple gatillazo. El estrés, estar con varios problemas en la cabeza, pasar una mala racha puede hacer que alguna relación sexual no culmine como deseamos. Para llegar a la disfunción eréctil hace falta que el problema se mantenga durante al menos 3 meses.
Debido a nuestro estilo de vida, las cifras de hombres que sufren disfunción eréctil se han disparado en el mundo occidental, lo que pone de manifiesto que en muchas ocasiones hay un componente psicógeno detrás del problema. Aún siendo un problema bastante frecuente no se pueden hablar con exactitud de cifras ya que por desgracia hay muchos hombres que no consiguen vencer el pudor y no llegan a consultar con el médico. Según estimaciones, se calcula que en torno a 12 de cada 100 varones españoles entre 25 y 70 años sufre disfunción eréctil.
En principio se puede agrupar en tres: orgánica (tienen una causa orgánica, ya sea vascular, hormonal, local u hormonal), psicógena (de origen mental sin haber lesiones físicas) o mixta (debido a la combinación de factores tanto orgánicos como psíquicos).Se calcula que cerca del 30% de los casos tiene un origen psicológico y es que patologías como la depresión, la ansiedad o la baja autoestima suelen estar detrás de este problema.
Existen otros factores que aumentan la probabilidad de sufrir este problema como sería la edad, la diabetes, sufrir hipertensión arterial o tener el colesterol elevado, el sedentarismo, la obesidad, el consumo de drogas o tabaco o problemas en la próstata.
Si la causa del problema es psicológica, el abordaje de los problemas de base es esencial ya que si no eliminamos el problema de raíz, no conseguiremos los resultados deseados. Para estos casos, acudir a un/a psicólogo/a puede ser muy beneficioso.
Por otro lado, si el origen es algo orgánico, como por ejemplo tener unas cifras muy elevadas de glucosa en sangre, lo primero sería controlar el problema de base.
En la actualidad existen varias opciones de tratamiento en forma de fármacos para hacer frente a la disfunción eréctil: los hay en forma de pastillas, en crema o hasta en inyecciones. De cara a buscar la opción que mejor se ajuste a tu caso y al igual que te comenté en la disfunción eréctil, lo ideal es no automedicarte ya que por ejemplo estos medicamentos pueden dar una serie de reacciones cruzadas y terminar afectando a personas propensas a tener problemas de corazón. Tras estudiar detenidamente tu caso, el médico sabrá cómo abordar tu caso y es que está demostrado que el éxito de los tratamientos de disfunción eréctil depende de identificar, evaluar y tratar este problema a tiempo.
A modo de reflexión final quiero compartir unas palabras. Desterrar los tabús en torno a los problemas sexuales y normalizarlos, será el primer paso para encontrar remedio y buscar soluciones. Y es que la persona que sufre este problema no solo se agobia sino que ve mermada su salud psicosocial, suponiendo un problema que termina afectando a la calidad de vida de la persona y a su entorno familiar y de pareja. Buscar el apoyo de nuestra pareja y que sepa del problema son piezas básicas para comenzar a edificar la resolución. Y es que las personas con este problema suelen terminar evitando mantener relaciones sexuales por el miedo a “fracasar”, generando ansiedad y sentimiento de culpa, lo que conlleva la evitación del placer, pudiendo poner en peligro la relación de pareja.
No estás solo. Apóyate en tu pareja y busca a tu médico o centro de confianza para atajar el problema y evitar que vaya a más. La buena noticia es que estos problemas pueden prevenirse tratarse de manera segura y efectiva, con una correcta combinación entre psicoterapia y farmacología.
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