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Escrito el día 08-septiembre-2023 por Juan Toral
Salir de la consulta médica con un diagnóstico que lleve asociado como tratamiento una intervención quirúrgica, nos llena de dudas. Son muchas las incógnitas que se ciernen las diferentes opciones quirúrgicas que existen. La cirugía urológica es un campo que en los últimos años más está innovando, con la innovación entre otras técnicas de la robótica, que está disminuyendo el tamaño del campo quirúrgico y por lo tanto, aumentando la precisión al mismo tiempo que mejora la recuperación y disminuye las posibles complicaciones que cualquier operación puede tener, ya no solo por la más o menos pericia de las manos de la o el cirujano/a, sino también por la propia naturaleza de los tejidos y la flexibilidad de cada paciente de recuperarse.
Cuando nos referimos a la cirugía urológica, no solo nos referimos a los tratamientos quirúrgicos centrados en solucionar problemas del sistema genitourinario de los hombres, sino también del sistema urinario de la mujer
Dentro de la Urología, las soluciones a sus problemas que pueden precisar pasar por quirófano son extensas. Por un lado, están las cirugías “menores”, que serían las realizadas en el ámbito ambulatorio, que no precisan estancia hospitalaria y que suelen ser locales sin precisar anestesia general. Entre estas podemos destacar algunas como la circuncisión, la vasectomía, la frenulectomía que sería el corte del frenillo, la eliminación de verrugas genitales, la colocación o retirada de catéteres e incluso, la instilación dentro de la vejiga de ácido hialurónico para mejorar la sintomatología con problemas crónicos en dicho órgano que les hace perder flexibilidad y por lo tanto capacidad de almacenamiento y evacuación.
Pero en el campo de la Urología, cuando pensamos en intervenciones quirúrgicas, pensamos en esas cirugías urológicas mayores, siendo la patología tumoral de próstata uno de los principales focos, existiendo varias opciones como la RTU, la enucleación prostática con energía bipolar o láser o la adenomectomía prostática retropúbica. El pene también puede ser operado ya sea para colocar una prótesis o para corregir posibles incurvaciones que dificulten la vida sexual del hombre.
Pero el mundo quirúrgica está evolucionando hacia lo mínimamente invasivo. Está demostrado que abrir mucho campo quirúrgico aumenta el riesgo de infección, retrasa la cicatrización de los tejidos y aumenta el riesgo de complicaciones. Por eso la laparoscopia cada vez es más protagonista. Entra las cirugías urológicas laparoscópicas se encontrarían las siguientes: nefrectomía (simple o parcial) por cáncer, resección de quistes de riñón, quitar un riñón en donante vivo para trasplante, nefropexia, cirugía de las piedras (o cálculos) renales, testículos no descendidos, prolapso vaginal (obviamente en mujeres), prostatectomía radical por cáncer de próstata, adenomectomía en aquellos casos de hiperplasia benigna de próstata (HBP) avanzada que no responden a los tratamientos orales o el abordaje de la incontinencia urinaria, sobre todo en la mujer, son algunas de las opciones que buscan solución a través de la vía laparoscópica.
Afortunadamente, dentro del mundo quirúrgico, cada vez hay más pericia, las técnicas son menos invasivas, el material quirúrgico más preciso. Todo esto conlleva tratamientos más seguros y con resultados más satisfactorios. Aunque no se puede pasar por alto que cualquier cirugía, puede conllevar riesgos y tener complicaciones. Así que, si tus problemas necesitan pasar por una mesa de quirófano, busca a un/a especialista con formación. Seguro que él o ella sabrán responder todas tus dudas iniciales y obtener el mejor resultado.
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