Categoría: Enfermedades
Escrito el día 16-marzo-2015 por Juan Toral
Como si del personaje de R.Sevenson Dr. Jekkyll y Mr. Hyde se tratase, en nuestro organismo hay un elemento común que parece mutar entre la mala y la buena publicidad. Lo vemos a diario en los anuncios, lo escuchamos en la calle llegando a ser incluso motivo de conversación frecuente. Y es que creo que podemos concluir sin llegar a equivocarnos que el colesterol está de moda. Que el colesterol se relaciona con la ingesta de grasas parece ser algo conocidos por todos, ¿pero sabemos realmente de que hablamos? ¿tiene sentido el calificativo de bueno y malo?
Hagamos un recorrido de lo general a lo particular. Cuando ingerimos grasa a través de los alimentos, nuestro organismo tiene que digerirla y transportarla a los diferentes tejidos y organismos que hacen uso de este nutriente. Este transporte no es sencillo. ¿Has observado que ocurre cuando echas una gota de aceite en agua? El aceite termina flotando sobre el agua, negándose a mezclarse. Las moléculas que llevan carga se conocen como hidrófilos o amantes del agua, mientras que las moléculas sin carga son conocidas como hidrófobas, lo que significa que carecen de afinidad con el agua. Como las moléculas de aceite no tienen carga, no pueden enlazarse con el agua. Como resultado, el aceite y el agua no se mezclan.
Químicamente, el aceite se conforma de largos hidrocarburos no polares, lo que significa que experimentan fuerzas débiles de atracción. Por otro lado, las moléculas de agua son dipolares, lo que significa que uno de sus extremos está cargado positivamente mientras que el otro está cargado negativamente. Además, las moléculas de aceite son mucho más grandes que las moléculas de agua. La mezcla de los dos líquidos se atribuye a la misma naturaleza de sus moléculas. La diferencia en las estructuras moleculares del aceite y el agua es una de las principales razones por las que no se mezclan entre sí. Ellos son un ejemplo bien conocido de líquidos inmiscibles.
Otro factor importante debido al cual, el agua y el aceite no se mezclan, es la tensión superficial. Cuando las moléculas de agua se unen, forman una red de enlaces de hidrógeno que se traduce en una tensión superficial muy alta. Tanto el aceite como el agua tienen altas tensiones superficiales, y debido a esto, la adherencia entre ellos es débil y no pueden mezclarse. ¿Por qué las manchas de aceite flotan sobre el agua en forma circular? Pues justamente debido a la tensión superficial. Las moléculas de aceite se aferran las unas a las otras para formar una capa elástica con la mínima área de superficie posible. Debido a esta interacción de las moléculas de aceite, se forman gotitas circulares sobre la superficie del agua.
Como nuestro organismo es sabio, se han creado mecanismos para solventar estas dificultades. Y es que ya que el transporte no es sencillo, las grasas circulan por nuestro torrente sanguíneo combinadas con sustancias que si sean solubles en el agua, como sería el caso de los fosfolípidos y las proteínas.
Esta unión que permite el transporte graso, da lugar a varios tipos de lipoproteínas que varían en función de su composición, peso y función. Por definición, estas lipoproteínas se definen como un núcleo de grasa (insoluble en agua) rodeado por proteínas y fosfolípidos que en su parte exterior son solubles.
De acuerdo a la cantidad de proteínas que se combinen y al tipo de grasa que engloben, las lipoproteínas son más o menos pesadas. Hay que tener en cuenta que la grasa es menos densa y por eso mientras más lípidos (grasa) existan en relación a la cantidad de proteína o fosfolípidos, la lipoproteína será menos pesada y se le llamará de baja densidad.
En nuestro organismo existen cinco tipos de lipoproteínas. Todas ellas tienen su importancia debido a su función que varían en:
– quilomicrones
– lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL)
– lipoproteínas de densidad intermedia (IDL)
– lipoproteínas de baja densidad (LDL)
– lipoproteínas de alta densidad (HDL)
Cada tipo de lipoproteína tiene una composición y una proporción características, pero las que mayor importancia tienen para la salud son las lipoproteínas de alta densidad (HDL) y las lipoproteínas de baja densidad (LDL)
Llegado a este punto es cuando tenemos que aclarar lo de la buena y mala publicidad de según qué tipo de colesterol. ¿Por qué bueno o malo?
El colesterol de lipoproteínas de densidad alta (HDL) es el considerado como colesterol bueno, porque recoge el colesterol no utilizado y lo devuelve al hígado donde es eliminado. Se produce de forma natural en nuestro organismo y ayuda a reducir el nivel de colesterol en la sangre.
El HDL elimina el LDL de las paredes arteriales y lo transporta de vuelta al hígado para su procesamiento o eliminación. Las personas con bajos niveles de HDL son más propensas a los ataques cardiacos e ictus. Los estudios científicos han demostrado que altos niveles de HDL parecen ser protectores. El HDL también ayuda a reprimir la inflamación y proteger a las células que cubren la superficie interior de las arterias. Además, tiene otras funciones beneficiosas como podrían ser:
– Efecto antioxidante: los investigadores creen que los antioxidantes pueden proteger contra la enfermedad arterial coronaria al evitar que el colesterol LDL reaccione con el oxígeno, lo que conduce a un engrosamiento y endurecimiento progresivos de las paredes de las arterias.
– Efecto antiinflamatorio: aunque la inflamación es una parte esencial de las defensas del organismo también puede causar problemas. En el corazón, la inflamación puede desencadenar aterosclerosis, mantener el proceso en progresión e influir en la formación de coágulos capaces de bloquear las arterias, la causa última de los ataques cardiacos y muchos ictus.
– Efecto antitrombótico: la trombosis es la formación de coágulos y prevenir que estos coágulos se formen en las arterias coronarias puede evitar ataques cardiacos e ictus.
El llamado colesterol malo es el de baja densidad (LDL) y es aquel que se acumula en las paredes de las arterias, dificultando así que la sangre circule correctamente hacia el corazón. De esta forma, los niveles altos de este tipo de colesterol aumentan en riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y, por lo tanto, es necesario llevar un control. En caso de producir más LDL del que las células pueden absorber, éste termina alojándose, lo que llevaría asociado un mayor riesgo de padecer enfermedad cardiovascular.
La reducción de los niveles de LDL es el principal objetivo para mejorar los niveles de colesterol.
El colesterol “malo” (LDL) al estar en exceso se adhiere a la elastina de la pared venosa, y deja “pegada” la grasa que contiene, en el interior de las venas. El colesterol bueno (HDL) “recoge” la grasa circulante o pegada en las venas y la lleva hacia el hígado en donde se procesa.
¿Cuáles son los niveles óptimos de colesterol?
¿Qué puedo hacer para bajar el colesterol?
Sin entrar en detalles farmacológicos, citaremos medidas al alcance de todos para cuidarnos mejor. La dieta, al ser la principal fuente de grasas, debe ser uno de los hábitos modificables para obtener mejores resultados y es que si modificamos los hábitos de alimentación la mayoría de los casos mejoran
Para tener más colesterol “bueno” (HDL) la sugerencia es:
• moderar el consumo de grasas
• preferir las grasas de origen vegetal como sería el aceite de oliva en lugar de las grasas animales como la mantequilla
• hacer ejercicio, caminar o tratar de hacer alguna actividad física diariamente
• comer fruta y verdura de manera regular
• consumir pescado o productos que tengan ácidos grasos omega
• mantener un peso saludable o bajando de peso si es necesario
Los mejores resultados se consiguen con hábitos saludables. Es el momento de tomar las riendas de nuestra vida. Hora de ponerse en marcha
Quizás te pueda interesar el siguiente artículo: La guerra del colesterol
Consulta online
Deja un comentario en la web
Deja una respuesta