Categoría: Enfermedades
Escrito el día 11-agosto-2018 por Juan Toral
Cada estación del año tiene sus peculiaridades: en invierno son los mocos y la tos la banda sonora de los meses fríos; en primavera suele ser la alergia o las gastroenteritis y en el verano hay que extremar el cuidado con el calor, estar bien hidratados y con tener mucho cuidado de no bañarte hasta que pasen al menos dos horas desde que has terminado de comer para evitar que se produzca el tan temido corte de digestión.
¿Pero esto del corte de digestión es una realidad o es una historieta inventada por nuestros abuelos para que nuestros padres les dejaran dormir la siesta?
Seguro que lo has escuchada e incluso es muy probable que tú también lo hayas dicho: “no te metas en el agua que te va a dar un corte de digestión”, “mójate primero la nuca y luego la barriga”.
En esto del corte de digestión hay una especie de teoría del “todo o el nada”: o te metes prácticamente con el postre en la boca con la idea de sumergirte en el agua antes de que nuestro organismo comience a trabajar la digestión (cosa que es un error ya que el proceso de digestión comienza incluso antes del primer bocado) o estás condenado a que pasan dos horas hasta poderte hacerlo. Parece que a los 120 minutos se desbloquea la compuerta que hace que el riesgo del corte de digestión desaparezca.
Me he propuesto hacer una importante búsqueda bibliográfica y una inmersión en la literatura sobre el tema, pero con el calor que está haciendo me ha resultado complicado mantener la concentración, señal indirecta de que mis neuronas pueden estar deshidratadas.
Empezaré por el final: el corte de digestión no existe como tal. La forma correcta como se debería llamar es Síncope de Hidrocución. Este síncope puede producirse independientemente del proceso de digestión por lo que va siendo hora de quitar tanto protagonismo a este fenómeno fisiológico que hace que los alimentos que entran por la boca se dividan en nutrientes que se absorben y en productos de desecho que se eliminan en forma de heces.
El famoso “corte de digestión” lo que en realidad es, es un shock termodiferencial que se produce por cambios bruscos de temperatura, provocado por el contacto brusco de la piel y nuestras vías respiratorias superiores con el agua fría. Este cambio brusco desencadena una serie de reacciones en el interior de nuestro organismo como el reflejo de inhibición de la respiración y la circulación, lo que hace que se pueda llegar a sobrecargar el corazón e incluso, en los casos más extremos, una parada cardiorrespiratoria.
Y es que este cambio térmico brusco produce una reacción cardiovascular con una disminución de la frecuencia cardiaca que puede hacer que la persona que la padece sienta náuseas, a veces vómitos, se maree e incluso pierda el conocimiento.
Los adultos, al tener más entrenado el cuerpo, parece que nos adaptamos mejor a estos cambios de temperaturas, pero los niños son más sensibles, por lo que hay que estar más pendiente de ellos.
¿Qué es más peligroso? ¿Bañarte a los 30 minutos de haberte comido una ensalada o tirarte en modo bomba a la piscina nada más terminar de correr durante 45 minutos a 35º a la sombra?
Aunque por lo que hemos escuchado toda la vida, la respuesta elegida puede ser la de la ensalada, estamos equivocados ya que el riesgo del “corte de digestión” es más probable con la opción de meternos en la piscina nada más tras terminar de correr ya que el cuerpo se enfrentaría a un cambio de temperatura muy brusco.
De cara a evitar que se produzca este corte de digestión, tenemos que saber qué factores predisponen a su aparición:
▪ Temperatura del agua inferior a los 18ºC
▪ Exposiciones largas al sol antes del baño.
▪ Hipertermia. Es decir aumento de la temperatura corporal que puede estar originado por diferentes circunstancias, como trabajos físicos con temperaturas ambientales elevadas.
▪ Ejercicios físicos violentos con gran sudoración.
▪ Ingesta de psicofármacos.
▪ Traumatismos previos a la entrada al agua: por ejemplo al saltar desde cierta altura y caer directamente sobre el vientre se puede producir una pérdida brusca del conocimiento y paro cardiorrespiratorio por inhibición nerviosa refleja.
▪ Estado digestivo: Las ingestas copiosas de alimentos previas a la inmersión. Está claro que comerte una fabada que obliga a que mucha sangre vaya al estómago para hacer su digestión no ayuda en todo esto. Por eso en verano se aconsejan alimentos de digestiones fáciles.
Como hemos dicho, lo que llamamos corte de digestión suele quedarse en un simple susto tras bajar de manera brusca la temperatura de nuestro cuerpo, pero en ocasiones el susto puede ir a más y poner en riesgo la vida de la persona. Así que debemos de estar muy atentos por si aparecen una serie de síntomas de alerta que nos deben ponernos en aviso como: sensación de vértigo y zumbido en los oídos, dolor de cabeza, fatiga, enrojecimiento de la piel con picazón y sensación de calor, generalmente en el abdomen y la cara interna de brazos y piernas, déficit de agudeza visual con visión borrosa, dolores de localización variable que se presentan en forma de hinchazón, calambres musculares o dolores articulares, la aparición de “piel de gallina” o un estado de sopor o de obnubilación. En estos casos suelen aparecer vómitos y quizás por eso se asocie a que se ha producido un corte de digestión.
Ante cualquiera de estos síntomas lo que debes de hacer es no correr riesgos innecesarios y salir inmediatamente del agua.
En el proceso de la digestión, el estómago recibe los alimentos, segrega enzimas que los degradan y va haciendo una mezcla de todo gracias al importante componente muscular que posee. Cuando ha terminado, el contenido del estómago se vacía en el intestino delgado. Durante todo este proceso, el estómago necesita gran cantidad de oxígeno, que no tiene otro remedio que tomarlo de los vasos sanguíneos.
Por esa razón, cuando estamos haciendo la digestión, los vasos del aparato digestivo se dilatan, para favorecer el proceso. Como consecuencia de ello, otras zonas del cuerpo, como puede ser el cerebro, reciben una cantidad menor de sangre. No es casualidad que tras comidas copiosas nos entre sueño y más aún en verano. Por eso se aconsejan alimentos frescos y ligeros, siendo las ensaladas, el gazpacho o el salmorejo una buena opción culinaria para los meses de calor.
De todas formas nuestras madres no estaban totalmente equivocadas. El proceso de digestión puede llegar a durar hasta cuatro horas, por lo que a pesar de meterte en el agua, el proceso de digestión sigue su curso. Es cierto que si las comidas son más copiosas, el proceso de digestión puede ser aún más largo. Por tanto, se recomienda siempre entrar en el agua poco a poco, mojándose primero la cabeza. Nunca debes tirarte de golpe. Y no le hagas caso a gente como la mujer del siguiente video, que aunque habla convencida es incapaz de diferenciar una borrachera de un corte de digestión.
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