Categoría: Enfermedades
Escrito el día 22-diciembre-2020 por Juan Toral
La pregunta del millón: Doctor mi hijo ronca mucho, ¿recomienda que se opere de las anginas? Tengo muchas faringitis ¿tengo que operarme de la garganta?. ¿Con qué edad se tiene que hacer esta operación? Seguro que a lo largo de tu vida, o bien te has planteado esta pregunta o has escuchado a alguien hablar de la necesidad de pasar por quirófano para que le quiten las amígdalas.
Pues bien, para tratar este tema siempre en el candelero, quiero explicar que las conocidas como anginas, en verdad hacen referencia a las amígdalas y en este artículo quiero antes explicar qué son, que función tienen (todo en nuestro cuerpo está por algo) y cuándo está indicado pasar por quirófano para resolver este problema. Toma papel y lápiz (o mejor, guarda este artículo entre tus favoritos).
Las amígdalas son unas “bolitas” de tejido linfoide que se sitúan en la faringe (garganta) y que cumplen con una misión defensiva. La función de este tejido linfoide es la de constituir una barrera defensiva, ya que en ellas se producen los anticuerpos necesarios para que cuando la parte superior de nuestro aparato respiratorio entra en contacto con una agente infeccioso (ya sea a través de la nariz o la boca), pueda defenderse de manera natural y vencer al virus/bacteria de turno.
Las amígdalas más famosas son las palatinas, las conocidas popularmente como anginas, que son las que están a la entrada de la orofaringe, pero en nuestro organismo tenemos otras amígdalas en otros lugares como a nivel lingual, faríngeo o tubáricas (en los oídos, junto a la trompa de Eustaquio)
Como acabo de decir, cuando ya sea a través de nuestra boca (garganta) o nuestra nariz entra un patógeno (ya sea un virus o una bacteria), nuestro organismo empieza a trabajar para que dicha infección no pase a nuestro organismo y termine haciendo una infección respiratoria más complicada, ya sea una bronquitis o una neumonía. Para ello, en nuestra garganta, las amígdalas, detectan la infección y comienzan a liberar linfocitos para crear los anticuerpos y frenar dicha infección. Cuando las amígdalas trabajan porque han detectado un germen, se inflaman, lo que termina desencadenando una enfermedad que se conoce como amigdalitis, que suele acompañarse de una serie de molestos síntomas que todos hemos experimentado en primera persona: dolor y/o irritación de garganta, molestias al tragar, en ocasiones fiebre, a veces incluso se inflaman los ganglios del cuello y también se puede acompañar de mal aliento (halitosis) y la presencia de pus en las amígdalas.
*En su día ya hablamos sobre el dolor de garganta y los mejores remedios*
El tratamiento, en la mayoría de las ocasiones es sintomático y tendremos que centrarnos en bajar dicha inflamación para aliviar las molestias. Para ello podemos tomar algún calmante (el ibuprofeno como antiinflamatorio es una buena opción si no hay contraindicaciones) pero es importante buscar alivio con remedios naturales como sería beber bastante líquido, tomar miel, alimentos blandos e incluso usar humidificadores para evitar que la garganta esté reseca y se aumente el malestar. Sin embargo, si se demuestra que la amigdalitis está producida por una bacteria (Streptococo pyogenes) a lo anterior, hará falta tomar antibiótico.
2 de cada 3 faringitis son víricas. Es por eso que hay que desterrar que ante todo proceso de dolor de garganta y fiebre hace falta antibiótico. Esto sólo suele ser necesario en 1 de cada 3 casos
*Leer más sobre la importancia de no tomar de manera incorrecta los antibióticos*
Antes de dar la respuesta definitiva, conviene hacer un recordatorio. Las amígdalas cumplen una misión defensiva sobre todo en la infancia, donde precisamente es más frecuente presentar faringitis (de los 2 a los 15 años). Las amígdalas son sobre todo importantes en el desarrollo del sistema defensivo (inmunológico) cuando somos niños y en la formación de anticuerpos, pero después de los 7-8 años pierden estas propiedades y dejan de desempeñar su función.
Por lo tanto, quitarlas en edades tempranas puede suponer un problema a la hora de perder un mecanismo de defensa natural.
La edad de la persona marca las indicaciones de cuándo está indicado operarnos para quitarnos las amígdalas (esta técnica se conoce como amigdalectomía).
De cara a la intervención quirúrgica y aunque estamos hablando de una técnica relativamente frecuente, hay que tener en cuenta que en los adultos puede producirse un sangrado después de la intervención. Tanto en niños como en adultos, el postoperatorio es lento y habrá que estar 10-14 días a base de gelatinas y líquidos fríos para encontrar alivio y disminuir el riesgo de sangrado y complicaciones. Es una operación bastante segura pero no está exenta de riesgos (dolores, sangrado) por lo que no se aconseja a todas las personas ante la menor aparición de molestias. Hay que seleccionar bien los casos en los que está indicado.
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