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Escrito el día 18-julio-2021 por Juan Toral
No se trata simplemente de una cuestión de egoísmo ya que, aunque ahora lo veamos muy lejano, dentro de unas décadas nosotros también lo seremos; ni de una cuestión de caridad ya que el amor que nos han dado no entiende de limosnas. Cuidar a nuestros mayores es también un acto de justicia ya que gracias a ellos estamos y somos.
En el mundo occidental se está produciendo un cambio demográfico que está ocurriendo ahora mismo (mientras lees este post) pero que no somos del todo conscientes. La pirámide poblacional donde la base era más ancha (representaba a los nacimientos) y la punta más estrecha (representaba a las personas mayores) se ha dado la vuelta. El envejecimiento poblacional se está produciendo desde hace tiempo y tal y como avanza la Ciencia dando respuestas médicas a diversos problemas de salud, el aumento de la esperanza de vida está haciendo que haya más personas mayores que jóvenes. De hecho, hay estudios que calculan que el porcentaje poblacional en Europa por encima de los 65 años en el año 2050 estará en torno al 30 %, y el 11 % tendrá más de 80 años.
Por lo tanto tenemos que saber como actuar ante esta nueva realidad que viviremos y saber la forma para llevar a cabo el cuidado de personas mayores en Madrid o en donde vivamos. Y es que me sumo a la frase que defiende que “Solo una sociedad que se encarga de respetar y cuidar a las personas mayores está vertebrada correctamente”.
Existe un compromiso moral que va más allá de los lazos familiares invisibles. Cuando envejecemos, vamos adquiriendo cosas, pero también perdiendo otras por el camino. Se ve reducida la movilidad, la memoria, la capacidad de adaptación se merma, aparecen múltiples achaques que hacen que aumenten las inseguridades, perdemos a seres queridos e incluso se va acrecentando un sentimiento de soledad y pérdida de esperanza. Por eso es importante que seamos capaces de detectar estos problemas en nuestros seres queridos mayores, facilitar que sigan manteniendo en lo posible su autonomía y vigilar los aspectos de su salud que puedan estar en nuestra mano.
Los Estados de cada país ponen a disposición una serie de políticas y medidas que miran por nuestros mayores, aunque por desgracia, en muchas ocasiones, la burocracia, la falta de presupuestos o la carencia de personas, hace que seamos una parte clave en la justa tarea de endulzar y honrar la vejez de nuestros seres queridos.
Es frecuente que la vejez pueda asociarse a la pérdida de la autoestima e incluso a tendencias o conductos depresivas. Si a eso le añadimos el exceso de medicación con el que se suele recurrir para ir tapando las “goteras” típicas del paso de los años que pueden interactuar siendo un freno a nivel del sistema nervioso central, es importante que brindemos nuestro ánimo para acompañarlos, caminar y realizar actividades o rutinas que mantengan activo el binomio mente-cuerpo.
Pero por desgracia, la conciliación familiar entre el cuidado de nuestros mayores, la familia y las obligaciones laborales, dificulta y pone en riesgo que este equilibrio salte por los aires. Asfixiados como vivimos al trabajo para obtener un sueldo a final de mes para pagar hipotecas, alquileres y múltiples obligaciones, a veces por desgracia, resulta muy difícil compaginarlo todo. Es una pena que los Gobiernos olviden la importante contribución que las personas mayores hicieron y hacen a la sociedad. Cuando el Gobierno las necesitó, ellas y ellos les regalaron sus mejores años en forma de compromiso y sacrificio, y ahora que es al revés, y ellos necesitan la ayuda del Estado, se encuentran con promesas que no llegan. Hay empresas que trabajan para darle a nuestros seres queridos a lo que nosotros nos resulta prácticamente por el frenético día a día, pero detrás de las empresas, están PERSONAS. Gracias por estar y cuidar de nuestros ángeles.
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