Categoría: Reflexiones
Escrito el día 30-enero-2014 por Juan Toral
Javier Lacalle en su papel de Excelentísimo Alcalde de Burgos y Javier Fernández-Lasquetty en el de consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid han representado la cara más desconocida y amarga de un cargo político, pero a la vez más loable: la de retroceder el camino andado, por tortuoso, laberíntico y sin salida que llevaran sus pasos. Uno mandando paralizar las obras del barrio de Gamonal, el otro dimitiendo tras la paralización del proceso de externalización sanitaria en Madrid. Dos actos que en política se consideran un fracaso, pero que en el día a día constituyen la base de la convivencia, la de escuchar y actuar sin dolo.
A veces olvidamos quienes somos, de dónde venimos y dejamos de saber dónde ir y qué camino emprender cuando la hoja de rutas se encuentra sin las coordenadas a seguir. El político, en su acepción global, no es más que el encargado de llevar las riendas de la Política. Perogrullada aparte, Aristóteles dio las respuestas a la función del político de turno, que es el encargado de formar parte de la actividad orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos, ejerciendo su poder con la intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de una sociedad.
Es por ello que Lacalle y Lasquetty han hecho finalmente “honor” al cargo que juraron y al que llegaron tras recibir la confianza directa o indirecta del votante que cada cuatro años es escuchado en las urnas. Es por ello por lo que dimitir o frenar un proceso no tienen que ser visto como un fracaso, sino como una responsabilidad que uno adquiere con su cargo. Enrocados en el mundo de fantasías que parece envolver a su gremio, Alcalde y Consejero parecían empeñados en no escuchar las voces gritadas por el pueblo al que se debían. Unos (los vecinos del Gamonal) desde una resistencia más batalladora, otros (la famosa Marea Blanca), demostrando que la Sanidad no se vende, se defiende, en un alarde de organización espontánea que algún día será estudiada en las Universidades. Meses de conflictos, de dardos envenenados, de intereses millonarios ocultos, de favores y cuentas pendientes, de manifestaciones, de reyertas callejeras, de cuerpos del estado entre la espada y la pared, de tensión, de incertidumbre…El Estado del bienestar que tanto ha tardado en adquirirse y hasta el cual muchos perdieron su vida buscándolo y que puede ser tirado por la abrumadora tiranía de una mayoría absoluta.
El boulevard de Gamonal será la calle melancolía del maestro Sabina. La paralización de la externalización de la Sanidad madrileña un ejemplo más de las discordancias entre la política, las leyes y el proceso judicial que parecen enfrentarse en tiempo y espacio, como defendiera los otros días la siempre presente pero nunca indiferente, Esperanza Aguirre
Esta entrada es un homenaje al ¡Sí se puede! Como no sabían que eran imposible, lo hicieron. Unos vecinos que decidieron los intereses reales y no de despachos, una masa que no defendía el sueldo y la estabilidad laboral del sector sanitario, a la que se unió el pueblo, tanto de diestras como de siniestras que vieron en la externalización una canallada por la que luchar, en un acto de compromiso y solidaridad que nos dan fuerzas para coger la toalla que parecía que habíamos tirado, cansados de ver como la corrupción, los escándalos y las malas artes se habían convertido en la norma. La llama que prende y que “amenaza” con convertirse en antorcha para iluminar a un país que vive entre las penumbras de las tinieblas, quizás en parte por los gastos del recibo de la luz, pese a que algunos sigan defendiendo que no se han visto incrementados.
Mi admiración a esos vecinos del Gamonal, a esa marea blanca que se amontonaba en Cibeles esta vez con un motivo real que celebrar, al personal de los Hospitales y Centros de Salud elegidos en el proceso que descorchaban champán al grito de victoria.
Pero ojo, con lo que se avecina, que al mismo tiempo que Javier Rodríguez en la investidura como nuevo consejero de Sanidad en la Comunidad Madrileña tendía la mano a las y los profesionales sanitarias/os, Enrique Ossorio (consejero de Economía de Madrid) parecía ejercer de cirujano anticipando un recorte de 130 millones en el presupuesto de Sanidad, dejando algunas pinceladas sin desperdicio, como las de asegurar que la paralización de la privatización hospitalaria supone un coste adicional y que en caso de tener que indemnizar a las empresas que “ganaron” los concursos si habría dinero, lo que me hace intuir los derroteros del tiempo entre costuras que se aventura, donde los recortes seguirán asfixiando y mermando la calidad del sector salud, para intentar vender el estudio sociológico de los excesos en forma de derroches de la Sanidad Pública, en la bancarrota que se hubiera evitado con la eficiente eficacia artificial de la Privada.
El debate creo que está errado. No es público o privado, sino que nos tomen por tontos. No existe tal debate siempre que ambas se lleven a cabo por profesionales, medios y condiciones que garanticen la calidad del servicio. Es fácil hacer ruido e intentar engañar. Y es que como si de trileros se tratasen intensan dividir para vencer, privatizar, asignar a empresas con carnet de afiliados al mismo tiempo que el españolito de a pie, el mismo que con sus penurias, sufrimientos e IRPF sostienen la sangría unidireccional del dinero mal empleado.
Seguirán las tempestades pero al menos, está la esperanza en forma de Mareas Blancas y Gamonal. ¡Sí se puede! Tomemos ejemplo, por nuestros abuelos que lucharon por un país mejor, por nuestros padres que nos educaron desde la democracia, por nuestro bienestar y por el de los que aún no están pero que vendrán a ocupar nuestro lugar
Quiero terminar esta entrada con un tweet que hace unos días publicó Julio González…pues eso
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