Categoría: Reflexiones
Escrito el día 08-julio-2018 por Juan Toral
Ya es hora de alzar la voz y dejar por escrito el maltrato que los sanitarios que nos dedicamos a la Medicina de Emergencias venimos sufriendo. Hace falta simplemente mirar la Encuesta Nacional de Salud del año pasado para ver que en España, la base de la atención sanitaria se ha asentado sobre las Urgencias, lugar frecuentado al menos una vez al año por el 30,1% de la/os españoles.
Hasta hace poco estábamos muy ocupados mirándonos al ombligo mientras presumíamos (y con razón) que nuestra Sanidad Pública era envidiada e imitada por el resto del mundo como una de las mejores. Eran tiempos de vacas gordas y de recoger el fruto del trabajo tan bien hecho durante los años de bonanza donde se le dio fortaleza a la Atención Primaria como motor de la sanidad y se dotó al hospital con los mejores aparatos, equipos multidisciplinares, protocolos y especialistas que hacían que enfermar en nuestro país no fuera un cara o cruz.
Pero con la coartada de los recortes, la Sanidad Pública ha sido podada hasta la raíz. Poco queda de aquella Sanidad que era orgullo patrio. En la actualidad, salvo los titulares que surgen para intentar tapar nuestras miserias como los de las cifras de trasplantes que cada año crecen o las operaciones cerebrales que realizan mientras el paciente toca algún instrumento, lo cierto es que todo se escribe con tinta roja en relación a la sanidad: las listas de espera se han disparado, los diagnósticos de muchas enfermedades curables llegan mal y tarde, las calles se llenan de mareas donde usuarios y profesionales de la sanidad exigen un mejor trato…
La situación de los hospitales ya no es tan boyante y la Atención Primaria lleva años que debería llamarse Atención Precaria. Las listas de esperas desesperan hasta al paciente más paciente y al final, todo repercute en unos servicios de Urgencias desbordados: el embudo es demasiado estrecho para la cantidad de volumen que hay que soportar.
La Sanidad Pública se ha convertido en una Sanidad de campaña, en una Medicina de guerrilla donde las previsiones y los planning difícilmente van más allá de salvar el turno, la guardia o las próximas vacaciones.
Son tantos los problemas por los que luchar, las sinergias a buscar y las soluciones a encontrar que me sorprende que el colectivo médico, tan dado a ponerse la zancadilla encuentre tiempo para unirse en busca de negar el derecho a que la Medicina de Emergencias sea reconocida como una especialidad. Y es que hace unos días, Sociedades tan variopintas como la Sociedad española de Medicina Interna (SEMI), la de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC); la de Médicos de Atención Primaria (Semergen), la de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyud) y la de Cardiología (SEC) sacaban un comunicado donde mostraban su rechazo a que Urgencias y Emergencias sea reconocida como una especialidad.
Los argumentos que esgrimen son tan variados como la composición de esta macedonia de comunidades de profesionales: que no es una necesidad, que no es un problema actual, que los médicos de familia son los encargados de llevar las Urgencias y tienen competencias más que suficientes para ello…
Yo soy especialista de Medicina Familiar y Comunitaria y desde hace 9 años trabajo como urgenciólogo. Quizás no peque de modestia pero me considero brillante al menos en lo que a mi trabajo y el trato con el paciente se refiere. Realizo todos los cursos que están a mi alcance, me actualizo en Congresos, voy y doy ponencias, amplié mi formación con tres Expertos Universitarios: Urgencias y Emergencias; Atención al Trauma grave; y Atención Primaria y sobre todo, mantengo encendida la llama que me hace ser inquieto e intentar dar siempre lo mejor que llevo dentro.
Trabajar durante 9 años en Urgencias te hace ser conocedor de las entrañas de esta especialidad que pese a no ser reconocida, se merece un lugar en el altar de la Medicina. Urgencias no es sólo lo que el paciente considere urgente. Urgencias es el sitio al que el viejito llega en ambulancia de madrugada con un edema agudo de pulmón; Urgencias es el lugar al que llevan muertos de miedo unos padres a su hijo con una sepsis meningocócica que en cuestión de minutos se debate entre la vida o la muerte. Urgencias es el lugar donde te llevan tras levantarte de la cama y no poder moverte debido a un ictus. Urgencias es donde comprueban que ese dolor en el pecho que te ha aparecido es un infarto. Urgencias es el lugar donde llevan a los integrantes de una patera que se confinan en la sala de espera al nombre de Identificado y el apellido de un número para distinguir unos de otros. Urgencias es el lugar donde se atienden los grandes damnificados de una catástrofe como ocurrió con el tren que estalló en Atocha. En ocasiones hemos desdramatizado las Urgencias y creemos que es un lugar donde va la gente por un dolor de rodilla desde hace 6 meses (que también hay estos casos) pero las Urgencias es un lugar donde la vida y la muerte juegan todos los días una partida al ajedrez. Es un lugar que exige entrenamiento, ojo clínico, mantenerte alerta, actualizado y ágil.
Y por eso no entiendo como los supuestos colegas de profesión se niegan a reconocer las Urgencias y Emergencias como una especialidad con vida propia que haría unificar la formación en todo el país, que todos los urgenciólogos siguiéramos la misma escuela y no el librillo particular con el que aprendimos viendo, imitando y enjuiciando a nuestros maestros.
Me chirría que entidades tan variopintas como la de Cardiología, Medicina Intensiva o Medicina Interna se encarguen de dictar sentencia y decir que la especialidad de Urgencias no debe de ser reconocida. Y me resulta paradójico que 3 sociedades de Medicina Familiar y Comunitaria (semFyC, Semergen y SEMG) que en vez de ir separadas tendrían que unificarse para fortalecer de verdad la Atención Primaria, encuentren el vínculo para infravalorar la labor del urgenciólogo. Unos quizás tengan miedo a perder protagonismo, otros quizás lo único que quieran es seguir disfrutando de privilegios, o salir en la foto, pero lo cierto, es que no hay razones sólidas que apoyen titulares tan casposos como el que he leído en el que decía que el 40% de los médicos se oponía a la especialidad de Urgencias(cifra que hacía referencia a los sanitarios que se calculan están en esas seis sociedades científicas). Para mi no tienen ni voz ni voto, no me representan. No son actores principales en el día a día de las Urgencias, lugar donde contra viento, marea y también por que no decirlo, zancadillas de algunos que se hacen llamar compañeros, seguiremos trabajando velando por que las urgencias se cuenten en positivo y tengan un final feliz.
Declaro no tener conflicto de intereses. Durante la residencia estuve apuntado en SamFYC (el ala andaluz de SemFYC); alguna vez he escrito algún artículo para su revista. Acudí a un congreso de Semergen en Málaga. No pertenezco a SEMES pero estuve hace unos años en su congreso en Burgos y lo que más me gustó fue que tanto médicos, enfermeros como el resto de profesionales que integran los servicios de Emergencias tienen cabida. Estoy colegiado en el Colegio de Médicos de Las Palmas pero tampoco me siento identificado plenamente con él. No pertenezco a ningún grupo ni sociedad científica pero intento aprender de todas ellas con guías y protocolos. Y no entiendo como alguien quiere ganarse el respeto de los demás intentando imponer sus ideales. No, ninguna de estas sociedades me representa y ahora, creo más que nunca la necesidad de hacer la especialidad de Urgencias: nuestros pacientes lo agradecerán y también algunos compañeros que se ven obligados a pasar algún turno o temporada por Urgencias ante la falta de contratos y opciones en el mercado laboral. Ganamos todos #especialidadMUE
No hace mucho, un paciente me dijo que Urgencias no es país para viejos y tiene razón. Cada vez la cuesta se hace algo más empinada, las noches se hacen más largas, los salientes más cansados…pero hasta que siga ejerciendo como urgenciólogo, defenderé la necesidad de que nos consideren como lo que somos, especialistas de pleno derecho.
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