Categoría: Reflexiones
Escrito el día 19-mayo-2015 por Juan Toral
Hoy, 19 de Mayo se celebra el merecido día mundial de la Medicina de Familia, ocasión perfecta para analizar la salud de la especialidad.
Dicen que para la estabilidad de un buen edificio, una sólida base es imprescindible. La especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria (Familia o Médico de Cabecera para los puristas) es el músculo de la sanidad, el corazón de la medicina, el sustento y la raíz sobre la que los afluentes del resto de especialidades alargan sus conexiones hasta sumergir en forma de hospital en el iceberg sanitario que parece ser la única parte visible del noble acto de intentar sanar, o al menos acompañar y sobrellevar el sufrimiento humano.
Poco se puede esperar cuando los castillos de naipes se edifican sobre fina arena expuesta a los vaivenes de los políticos de turnos con sus vistas inmediatas de los cuatro años de legislatura. Y es que la Medicina Familiar y Comunitaria actual lleva tiempo agonizando, asfixiada como el pez que mueve las branquias en busca del oxígeno para aferrarse a la vida. Cada vez más debilitada, cada vez más olvidada, cada vez menos incentivada, sin estímulos para seguir adelante, sin contratos para los jóvenes Médicos de Cabecera que debieran renovar la especialidad con sus nuevas ideas y el ímpetu y la frescura de los nuevos tiempos, con profesionales experimentados y muy cualificados que se ven maltratados por las administraciones, con la exigencia de la ampliación de la jornada en la que meten pacientes en las agendas con la endiablada precisión de la escuadra y el cartabón y el ímpetu del calzador.
Y es que hace tiempo que la Medicina Familiar y Comunitaria perdió su identidad, la fuerza con la que nació. Cada vez menos familiar, parece entregada a su mala suerte de ser un dispensario de recetas y un consultorio lowcost donde los cinco minutos por paciente, durante las asfixiantes jornadas laborales impide grandes remedios a endémicas enfermedades. Y es que el/la Médico de Familia ya no puede dedicarse a la comunidad, ni salir al domicilio, ni hacer prevención, ni escuchar ni acariciar el alma de muchos de los pacientes que se ven despojados de la figura del galeno de toda la vida al que ven perdido detrás de la pantalla del ordenador que se queda colgado cada dos por tres, perdido ante tanta estúpida y pueril burocracia que ha dejado huérfana de brillantez el motor de la Medicina.
Y es que una Medicina de Familia sin músculo y sin luz es la manzana prohibida, el gusano que carcome las entrañas de la salud. El médico de familia debe de ganar autonomía e independencia. Debe de ganar poder y autoestima. Debe recobrar oxígeno en su labor asistencial, tener tiempo para atender a los pacientes como es debido y no ser un simple dispensador de servicios que despacha a las personas de 5 en 5 minutos. Hace falta una reforma que cambie las reglas del juego, que pueda pedir pruebas diagnósticas más específicas ya que él también es especialista en salud y tiene su título, que las derivaciones y la conexión con el resto de “colegas” del hospital (ellos son los especialistas del Centro de Salud) se haga más fluida, directa e inmediata para que el acto médico gane agilidad y precisión en los diagnósticos. Urge reformar las agendas, dejar tiempos para la docencia, para la investigación, para salir a la calle, para poder citarte a familias o casos complicados que requieran salirse del corsé de la consulta tradicional al uso.
Hay que introducir las nuevas tecnologías en la Atención Primaria que pueden ser un potente arma para descargar responsabilidades. Y es que la telemedicina puede ser una pieza clave en todo esto. Se pueden cuadrar agendas y huecos para que cada Centro de Salud pueda hacer uso de las nuevas tecnologías en actualizar recetas electrónicas, en ciertas dudas de pacientes dependientes o con limitaciones físicas en las que su médico de familia pueda aparecer en la pantalla del ordenador.
Porque la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, mi especialidad y de la que me siento parte, lleva tiempo muriéndose y su destrucción es el fracaso del resto del sistema. Hace falta recuperar el orgullo de antaño, que los médicos de familia den un puñetazo sobre la mesa y recuperen la esencia que han ido perdiendo para recuperar la buena salud de un sistema sanitario que hasta hace poco era la envidia del resto de países.
Y hoy, 19 de Mayo, es un día ideal para hacer esa reflexión. Feliz día de la Medicina de Familia
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