Categoría: Curiosidades
Escrito el día 14-enero-2014 por Juan Toral
Las alarmas ya están encendidas. Hace unos años la epidemia de la gripe A llenó espacios televisivos, cuñas radiofónicas y hojas de periódicos. Todos parecían ser infectólogos o epidemiólogos, todos estábamos sobreinformados sobre la “brutal” virulencia de la mutación del virus de la gripe a la que se le puso el apellido de A, que amenazaba con arrasar cual guión cinematográfico pero que pasó casi de puntillas cuando el frío se fue alejando de la geografía española. Y de nuevo la maquinaria parece encenderse con las alarmantes informaciones que vienen desde Navarra donde los pacientes parecen amontonarse en las plantas de Cuidados Críticos. Sirva de introducción que no hay que esconder los datos, que la epidemia se está posando cada vez con más tentáculos en España, siendo el Norte su punto de entrada, y que las personas ingresadas en la UCI cumplen criterios de gravedad para estar allí, algunos incluso con grave pronóstico, pero hace falta apoyarse y documentarse con estadísticas, antes que hablar con el megáfono de la alarma social para instaurar el miedo entre la población.
Las estadísticas son las que diferencian lo normal de lo cotidiano. Utilizaré datos de 2013 según el Instituto Nacional de Estadística. En España habitan 46.704.314 habitantes, existiendo una tasa de mortalidad del 8,60‰. Si desmenuzamos este dato, al año fallecen 401.657 personas, lo que equivale a 1100 muertes al día. Si nos apoyamos también en datos de 2013, informes nacionales marcan la mortalidad en España en 1.344 defunciones anuales por causas relacionadas con la gripe, lo que suponen 3,68 muertes al día. Para que pongamos en juicio estos datos, compararemos este último dato con las 50 muertes diarias que se atribuyen a la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), las 9,4 muertes diarias por suicidios o las 160 personas que pierden la vida diariamente debido al tabaco. No llego a entender como el 0,33% de las muertes tienen tanto protagonismo mediático, y cómo también los comunicados de prensa del Gobierno de turno inducen el pánico y el miedo injustificado de la población que lleva asociada paradójicamente a la saturación de los servicios médicos (consultas y Urgencias), la mayor probabilidad de contraer esta infección en dichos servicios, con el consiguiente sobre y mal uso de los antivirales y la vacunación. Según estos datos sería más efectivo-eficaz-eficiente actuar con más energía sobre la erradicación del uso del tabaco, aunque quizás el alto reporte en forma de impuestos es un canto de sirena demasiado goloso en tiempos donde el euro es un valor que brilla por su escasez.
La mortalidad por causa de la gripe depende de muchos factores como el tipo de cepa del virus, la edad de los pacientes y las enfermedades subyacentes como las de corazón, enfermedad pulmonar y sobre todo en embarazadas donde la mortalidad se eleva entre 3 y 10 veces el valor habitual para mujeres de la misma edad sin embarazo. La mayoría de estas muertes ocurren en las personas mayores con patologías de base a nivel cardiopulmonar. La gran mayoría de las personas que no tienen factores de riesgo sólo se necesitan para quedarse en casa y mejoran por sí mismos. El virus en la gran mayoría de las personas infectadas sólo causa una enfermedad leve y de la que la gente hace una recuperación completa y rápida y luego se desarrolla la inmunidad.
Existen estudios farmacoeconómicos (09/10) en UK, donde se demostró un pobre bagaje en la cobertura de la vacuna, debido principalmente a que esta sólo estaba disponible después de que la epidemia alcanzara su incidencia máxima. En el Reino Unido se gastó más de mil millones de € en vacunas, que tan sólo evitaron 26 muertes.
Si nos ceñimos a las estadísticas que deberían ser pieza clave para la buena práctica clínica, parece poco indicado todo el revuelo mediático, y mucho más, la utilización del Oseltamivir como antiviral, conocido por todos en su nombre comercial, Tamiflú, que en estas semanas se dispensa y dispensará como “churros” al igual que ocurriera en “crisis” virales recientes. Está demostrado que el amplio uso de oseltamivir no tuvo ningún efecto evidente en la curva de la epidemia en un país en comparación con las temporadas de gripe anteriores. Sin embargo, su uso se asoció con náuseas y vómitos generalizada, sobre todo en niños en los que la morbilidad y la mortalidad de la gripe es muy baja. En general el Oseltamivir causa más daño que beneficios. Parece más efectivo asociar el antiviral con un antibiótico para prevenir procesos neumónicos en las personas con factores de riesgo, mala evolución e ingresos hospitalarios.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó este antiviral dentro de la lista de medicamentos esenciales y desde 2009 forma parte de las medidas de acción básicas en caso de futuras epidemias. Sin embargo, una revisión de la Cochrane Collaboration advierte que no existen pruebas suficientes de su eficacia y seguridad, y denuncia que su fabricante, Roche, no está facilitando toda la información que posee del fármaco. Indagando en su historia, Tamiflu fue desarrollado por Gilead en 1996 y patentado por Roche de forma exclusiva desde 2006, “vendiéndose” como un antiviral que «reduce el riesgo de complicaciones, los ingresos en la Unidad de Cuidados Intensivos, la duración de la estancia en el hospital, disminuye las posibilidades de contagio y que aumenta las posibilidades de supervivencia», según fuentes de la farmacéutica suiza.
El ‘boom’ del fármaco llegó con la pandemia de 2009, año en el que Roche se embolsó 3.370 millones de dólares gracias a sus ventas.
Existen estudios como el metaanálisis de Kaiser, de 2003, y el ensayo de Welliver, publicado en 2000 que ponen en tela de juicio la efectividad del fármaco. Según explica Tom Jefferson, coordinador del Grupo de Infecciones Respiratorias Agudas de la Cochrane, en 2009 tras revisar las evidencias científicas en torno a Tamiflu, el resultado fue «no concluyente» porque no fueron «capaces de verificar los datos en los que se basan las reivindicaciones del fabricante y de los gobiernos acerca de su eficacia». ¿Por qué? Principalmente porque de los 10 estudios que formaron parte de la revisión de Kaiser, sólo dos han sido publicados y tanto la compañía como las agencias reguladoras (EMA, FDA) se mostraban reticentes a proporcionar más información a estos investigadores. Entre las incongruencias detectadas estaban también la ausencia de reacciones graves en la revisión de Kaiser, mientras que en los informes figuran varias, algunas posiblemente relacionadas con Tamiflu. También «encontramos pruebas de que las personas asignadas a los grupos de tratamiento con oseltamivir tenían menos probabilidades de que se les diagnosticara gripe», explica Jefferson, en comparación con las que tomaban placebo. Esto implica que ambos grupos podrían no ser aptos para ser comparados, como así se hizo, y para obtener a partir de ahí datos sobre la eficacia del fármaco. Los datos recogidos por este equipo ponen en duda también el mecanismo de acción de Tamiflu. «Creemos que es inespecífico, que tiene un efecto antipirético y antiinflamatorio, y que actúa sobre los síntomas provocados por los virus en general, no sólo por el de la gripe». Además -asegura Jefferson-, «los datos que nos ha proporcionado la EMA indican que podría actuar sobre la producción de anticuerpos del organismo, lo que significa que interfiere sobre la inmunidad natural, el efecto de las vacunas,… Podría tener más efectos de los que la compañía dice».
En resumen, y a la luz de las pruebas disponibles, Jefferson asegura que «no existen evidencias de que reduzca las complicaciones de la gripe o de que interrumpa la transmisión del virus» y, por tanto, «no está justificado su almacenamiento masivo ni su administración a personas sanas». «No hablamos de pacientes que estén en la UCI o que pertenezcan a algún grupo de riesgo», añade.
Existe otro estudio, como el realizado en barriadas pobres de Bangladesh donde se demostró que el tratamiento con oseltamivir trajo una modesta reducción en la duración de los síntomas y la eliminación del virus en las personas con infecciones de gripe sin complicaciones, incluso cuando el tratamiento se inició 48 horas o más después de la aparición de la enfermedad.
Tras leer todo esto, me hago las siguientes preguntas: ¿Es el Tamiflú® usado como ansiolítico por los Gobiernos? ¿Está la industria farmacéutica detrás de la propaganda alarmista de las epidemias de la gripe? ¿Son suficientes los datos epidemiológicos y sus repercusiones para todo este circo mediático y el gran gasto económico que lleva asociado?
Bibliografía consultada:
Mateo S, Martín C et Sobrino L. Impacto de las epidemias de gripe en la mortalidad
Collignon P. Swine flu: lessons we need to learn from our global experience. Emerg Health Threats J. 2011; 4: 10.3402/ehtj.v4i0.7169
Fry AM, Goswami D, Nahar K, Sharmin AT, Rahmun M, Gebareva L et al. Efficacy of oseltamivir treatment started within 5 days of symptom onset to reduce influenza illness duration and virus shedding in an urban setting in Bangladesh: a randomised placebo-controlled trial. Lancet Infect Dis. 2013 Nov 21. pii: S1473-3099(13)70267-6. doi: 10.1016/S1473-3099(13)70267-6.
http://www.vademecum.es/medicamento-tamiflu_26531
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