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Teresa Romero y el precio de la dignidad

Categoría: Reflexiones

Escrito el día 30-noviembre-2014 por Juan Toral

Minutos después de escuchar atónito la rueda de prensa en la que la por fin exMinistra Ana Mato le pasaba la patata caliente al sanedrín con el que comparecía en un esperpento vergonzoso de irresponsabilidad política, pedí a través de este medio la dimisión de la Ministra de Sanidad por su ineptitud para guiar con la responsabilidad que hay que tener para llevar las riendas de unos de los pilares de la sociedad, la salud. Ese 6 de Octubre se confirmaba el positivo de Teresa Romero, auxiliar de enfermería del Hospital Carlos III que ponía en el mapa la realidad silenciada del ébola que devora África y lo hacía trending topic mundial con el primer caso en el Mundo Occidental (también conocido como primer mundo).

Desde ese mismo momento, todos fuimos Teresa, todos nos interesamos por su estado, todos deseamos el milagro de su recuperación de esta dura enfermedad que es un cara-cruz de una moneda lanzada al aire. Todos pedimos responsabilidades, víctimas políticas, alguien que asumiera los posibles errores de polémicas decisiones y escasas formaciones; hubo incluso movilizaciones a favor de Excalibur, algo digno de destacar cuando contemplamos inmóviles como día a día se confirma un verdadero positivo en forma de nuevo caso de corrupción y hurto de dinero público para el que escribimos más en forma de 140 caracteres que nos manifestamos y exigimos justicia.

El ébola mata, lo dicen los manuales de medicina y la experiencia empírica de la enfermedad, pero mata aún más si las condiciones higiénico-sanitarias son insalubres como es la realidad del día a día de zonas endémicas de países como Sierra Leona, Liberia o Guinea.

Tras 16 días que tuvieron que ser una tortura ingresada en el hospital, por fin se confirmaba la noticia que todos estábamos esperando, Teresa Romero había ganado la batalla entre la vida y la muerte en esa victoria a favor de la supervivencia, convirtiéndose para muchos en un milagro científico.

Teresa se despedía del Hospital con una rueda de prensa en la que agradecía a todo el personal sanitario expuesto a su suerte, que compensa con profesionalidad los recortes y el maltrato de las administraciones a las que se deben, al mismo tiempo que entregaba su sangre para la investigación, tendiendo la mano a modo de puente entre el primer y el tercer mundo. Un caso para la esperanza, una curación de la que todos nos sentimos parte y es que con Teresa, todos habíamos ganado algo, un rayo de esperanza, un motivo de orgullo.

Pero ayer, Teresa rompía su silencio con su primera entrevista televisiva, sobre la que se rumorea la suculenta cifra de 12.000€. Fue la noche en la que Teresa Romero vendió su alma al diablo: retratada y despojada de su credibilidad, pasando de víctima a cómplice.

Porque lo siento Teresa, al menos a mí, ayer me decepcionaste, por momentos sentí vergüenza ajena. Reconozco que tuve que cambiar de cadena (esta mañana he desayunado con ella en diferido), que no aguanté el ritmo infernal de una millonaria entrevista mal llevada por una presentadora que no estuvo a la altura y que se limitó a hacer preguntas planas y populistas, y una entrevistada que puso precio a su dignidad como persona, como profesional y como paciente. Y es que lo de anoche, fue la comercialización de un sufrimiento que algunos esperaban y que otros hemos observado atónitos.

Un lenguaje no verbal que hace sospechar que no todo era verdad en lo que dijo, que la improvisación pudo rellenar los huecos que la memoria no llegaba a recordar, bajo aplausos huecos y teledirigidos, donde Excalibur se convirtió en el comodín más empleado, argumento demasiado frágil para la realidad que anoche debió tratarse en el plató de “Un tiempo nuevo”.

Son varias las pinceladas que me han llamado la atención de esta entrevista con varios ceros en la cuenta corriente (anoche en las redes sociales calculamos que su hora de entrevista equivalían a 600 horas de un médico de guardia #porponerunejemplo). Entendería que su hospital le abriera un expediente, porque no pudo ponerlo en peor lugar. Teresa Romero empieza la entrevista diciendo que se apuntó como voluntaria porque no se puede tratar con enfermos con ébola si uno está asustado, lo que demuestra autocrítica y toma de responsabilidad, que contrasta con comercializar su contagio. También me llama la atención que se acuerde milimétricamente de ciertos detalles y que sea incapaz de recordar tres síntomas del ébola además de la fiebre. No puedo entender la frialdad con la que se toma la denuncia que le ha interpuesto su Médica de Atención Primaria al asegurar que no fue avisada de que Teresa había estado en contacto con un caso de ébola, a lo que Romero cierra el tema con un escueto e inquietante: “entiendo que cada uno busque sus intereses”. Y es que el tema da para mucho más. No se exigieron responsabilidades políticas, ni se fue al raíz del problema en la realidad que sigue produciéndose en África y que parece que hemos vuelto a ignorar ya que es mucho más interesante saber que la empresa de limpieza se deshizo de la parte inferior de los bikinis de un milagro llamado Teresa Romero. A excepción de las censurables declaraciones del Consejero de Salud de Madrid  sobre lo del máster para la retirada del traje, poca mención a la parte política y social que merece el tema y sobre el que tanto se pudo tratar y que se ignoró…pero ya sabemos que Tele5 is different y que el showtime es el dictador medido en shares y telespectadores comprados como los que anoche nos presenciamos en algún momento para escuchar el conato de entrevista.

Creo que te has equivocado Teresa, que no es ético lo que has hecho, que has errado la táctica. Anoche ganaste dinero, pero perdiste cualquier credibilidad futura. Porque todos los que trabajamos en sanidad nos enfrentamos con riesgos cada día. Sin ir más lejos, en la madrugada del viernes, una paciente intoxicada me quiso agredir mientras abandonó el hospital al enólico grito de que nos mataría a todos; o el enfermero que se puede pinchar manipulando las venas de un paciente con VIH; o la auxiliar se puede contagiar al limpiar a un paciente con un clostridium difficile. Pero ninguno de estos casos suscita el lógico interés del ébola, aunque todos tenemos probabilidades de poder enfermar de gravedad. Y es que en el caso de Teresa, además del lógico interés mediático y social y la amenaza en forma de epidemia del miedo, había intereses ocultos, ajustes de cuentas y puñaladas políticas en las que anoche, al prestarse a formar parte del espectáculo, Teresa Romero pasó de víctima a cómplice.

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