Categoría: Reflexiones
Escrito el día 05-septiembre-2014 por Juan Toral
Suena una sevillana al son del algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Las canciones son un bien público que expresan emociones y le ponen ritmo a pensamientos sentidos que se escapan del compás de la vida.
Y es que esta, tan cruel pero al mismo tiempo traviesa y afana se empeña en poner, cambiar, colocar y quitar las piezas en su tablero. Hace unos meses, la partida de ajedrez comenzó a realizar un enroque que deja víctimas victoriosas por el camino que cada uno decide emprender en busca de la felicidad.
¿Has pensado alguna vez cómo se siente la cajera que te atiende en el supermercado? ¿Si el dependiente del banco que hoy parece de mal humor se ha peleado con su esposa? ¿Si la niñera de tus hijos hoy parece perdida porque los suyos están enfermos y no pegaron anoche ojo?
Y es que tras la vuelta de vacaciones (el próximo martes 9 retomaré el fonendo y el pijama lila que dejé doblado en la taquilla el pasado 28 de Agosto) la vida en las Urgencias del Hospital seguirá con su rutina caótica que ya apenas sorprende. Llegarán enfermos pacientes (y otros no tanto) a la espera de ser atendidos con la mayor de sus bendiciones, también el típico intoxicado que espete su frustración en la madrugada para la que velas despierto, los viejitos que hace tiempo emprendieron su viaje sin retorno del que penden de un hilo. Pacientes y familiares que te acompañarán en las horas de trabajo, con los que hablarás en esa terapia conjunta en la que el paciente pasa a curar las penas del médico. Y es que nadie se molestará en preguntar cómo estás, si has discutido con tu pareja, si te preocupa la salud de un ser querido lejano del que te separan miles de kilómetros, o el futuro laboral de algún familiar que parece anclarse en la oscuridad. Y mientras atiendes a pacientes y patologías urgentes que se acumulan en un número de 300 diarias, nadie se dará cuenta de que quizás la pena se adueñe del propietario del fonendo, que en menos de dos meses ha visto como dos compañeras de trabajo, pero sobre todo amigas hacían las maletas para volver a casa en busca de la felicidad que alguna vez compartimos, ya fuera como estudiantes, luego como residentes y en el último año como adjuntos.
Porque cuando este martes atienda a/la primer/a paciente, la Dra Porcel y la Dra Rivas (Elena y Lourdes para los amigos entre los que me incluyo) estarán lejos en busca de un camino que espero sea tan bonito como el compartido.
Nos vemos en el camino
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