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WhatsAppitis y el precio de las nuevas tecnologías

Categoría: Curiosidades

Escrito el día 17-abril-2015 por Juan Toral

Quizás fue una de las pocas veces que sorprendí a mi tutora. Eran los primeros meses de la Residencia y pasaba los días al regazo de su silla, viendo como el ritmo frenético de la consulta de Atención Primaria se arremolina en el sumidero de los cinco minutos por paciente que transforma el buen hacer en un ejercicio de supervivencia para pasar una agenda que todos los días no encuentra huecos libres. Enfrente estaba un paciente joven, conocido por ser un asiduo al consultorio que en esta ocasión se quejaba de un dolor en el pulgar de su mano derecha. Demasiado joven para sufrir problemas reumáticos ni articulares, ningún signo de inflamación, ni antecedentes familiares, no procesos infecciosos recientes…Un enigma diagnóstico que encontró la pieza al rompecabezas cuando en la inocencia del aprendiz de galeno se me ocurrió preguntarle si tenía videoconsola y si pasaba gran parte de su tiempo jugando con ella. Ante el sí como respuesta, la solución al reto diagnóstico: rizartrosis por sobreuso.

Los otros días, en The Lancet leí un artículo que me hizo recordar los años de residencia. Ha llovido mucho en estos últimos seis años, pero la brecha digital ha sido un terremoto que ha abierto heridas imposibles de cicatrizar. El artículo, que lleva por título WhatsAppitis, emerge en la superficie como la punta de un iceberg que oculta la mayor parte de su entidad en la ignorancia del desconocimiento. Y es que es más fácil mirar para otro lado, ignorar los problemas. La tecnología y los avances en la materia han cambiado las reglas del juego. Hemos cambiado nuestras necesidades básicas, nuestra forma de relacionarnos con el resto de personas e incluso nuestra forma de actuar. Que la tecnología ha supuesto avances y mejoras es algo tan real que es difícil debatir sobre la necesidad de frenar su impetuosidad, pero no es menos cierto que estamos pagando un alto precio por entregarnos a las nuevas tecnologías.

Y es que ahora parece que en ocasiones deseamos comer, no para saciar nuestras necesidades ni para disfrutar de la compañía, sino para hacer una foto artística al menú y compartirlo a las redes sociales al mismo tiempo que ignoramos al comensal que tenemos enfrente. Ya no disfrutamos con los viajes, sino con el echo de acaparar me gustas con nuestros nuevos destinos. Redes sociales, Smartphones, tabletas y demás artilugios que son una extensión de nuestra identidad y que nos definen, tanto incluso como nuestros apellidos.

Todos los cambios suponen un desafío y una necesidad de ajustarse a la nueva realidad. La rueda propició el transporte y este una mayor autonomía; el combustible la globalización y esta trae asociada contaminación. Lo mismo ocurren con las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento, un avance que supone ciertos retrocesos.

¿Te has dado cuenta de la cantidad de horas que pasamos mirando una pantalla? Según un estudio, 195 minutos al día, casi tres horas y media pasamos mirando el móvil según un estudio de la consultora Analysys Mason. De esos 195 minutos, tan solo 49 minutos al día son para comunicarnos, ya que la mayor parte del tiempo estamos utilizando juegos, redes sociales o navegamos por Internet. ¿Has pensado cuantas veces interactúas con la pantalla de tu teléfono cada día? Según un estudio, miramos a nuestros Smartphones una media de 150 veces al día. ¿Alguna vez has salido de casa sin el teléfono? ¿Te lo has dejado olvidado en el coche y has sentido esa angustia, ese sudor frío y esa pequeña desesperación al pensar que lo has podido perder? Como si de un síndrome de dependencia, las nuevas tecnologías pudieran considerarse una droga socialmente aceptada.

Y es que este alto nivel de dependencia que nos hace desbloquear 150 veces al día la pantalla del teléfono, tiene un nombre, nomofobia, y es mucho más común de lo que pudiéramos pensar, afectando en España a más del 50% de la población

En relación al artículo anteriormente citado, recientemente se ha patentado una nueva patología, la whatsappitis, la cual afecta sobre todo a los pulgares en formas diversas que van desde dolor, entumecimiento o hinchazón, pero que también puede afectar a otras articulaciones como la muñeca u otros dedos. Es una tenosinovitis (inflamaci´n del tendón y de la membrana sinovial), una patología cada vez más emergente.

Dicen los expertos que lo ideal sería alternar los dedos para escribir o utilizar lápices para dispositivos móviles, aunque a título personal yo añadiría que otra opción sería la de disminuir la interacción con nuestros terminales.

Y es que no solo nuestros pulgares sufren. El estar mucho tiempo fijos del teléfono nos hace mantener posturas de flexión que aumentan el tono y el grado de contractura muscular desde el cuello hasta la región lumbar.

Se están acelerando los tiempos, y cada vez gente más joven necesita rehabilitación y medidas farmacológicas y en los casos más extremos, se han descrito incluso cirugías para liberar estructuras tendinosas afectadas.

El problema va incluso más allá, porque se ha demostrado incluso que disminuye el nivel de concentración, provocando el consiguiente desgaste familiar y de las amistades, además de predisponer al estrés y disminución de la productividad, dificultando además la conciliación de la vida laboral con la privada.

La whasappitis (antiguamente conocida como pulgar de Blackberry) ha sido el último término acuñado, aunque la literatura científica se está llenado de términos curiosos como e-trombosis, síndrome del ojo seco, síndrome del mouse, epilepsia fotosensible, o insomnio tecnológico. A continuación haré un rápido barrido sobre estas nuevas patologías del siglo XXI

ü  E-trombosis: existe predisposición a formar trombos en aquellas personas que pasan la mayor parte de su jornada laboral ante un ordenador. Para eviarlo, se recomienda pasear, estirar las piernas, beber agua y evitar ciertos tóxicos como el tabaco y el alcohol.

ü  Texting: riesgo en la integridad física de las personas que responden mensajes mientras caminan. Se han evidenciado mayores tasas en este grupo de personas de atropellos y accidentes por falta de atención en el entorno.

ü  Cuello de Blacberry: conocido como síndrome del cuello tenso, resultado de hablar a través del móvil. Sus síntomas más frecuentes serían dolor en hombros, cefalea migrañosa, fatiga muscular, hormigueo en brazos

ü  Síndrome del ojo seco: como se ha comentado anteriormente, la media es de 7,2 horas delante de una pantalla al día, lo que lleva asociado que los ojos se cansen y se resequen. La radiación electromagnética de los dispositivos también propicia la xeroftalmia (ojo seco). Todo esto trae asociado sensación de cuerpo extraño, prurito (picor), enrojecimiento, visión borrosa o sensibilidad a la luz. En sus estadíos más avanzados puede dar lugar a patologías graves como queratitis, pérdida de visión o úlceras corneales.

ü  Insomnio tecnológico: al igual que un coche no pasa de 0 a 100 Km/h en un segundo, nuestro organismo también necesita “desacelerarse” de la estimulación que recibimos de los dispositivos tecnológicos. Cada vez es más frecuente ver la televisión en el dormitorio, leer con nuestros eBooks o navegar con las tabletas antes de intentar dormir…y en estos casos es más probable padecer este insomnio tecnológico. Está demostrada que una mala calidad del sueño trae asociado otras patologías, como la ansiedad o la obesidad que pudiera predisponer a enfermedades cardiovasculares.

ü  Epilepsia fotosensible: existe relación entre los estímulos luminosos (muchos de ellos en forma de parpadeos) y ciertas mioclonías en pacientes predispuestos.

En plena 2015 es imposible aislarnos de lo que nos rodea. Estamos inmersos en la abundancia tecnológica, por lo que somos carne de cañón en caer en las garras del síndrome de fatiga informativa. Tenemos que evitar que Internet sea nuestra única fuente de información y comunicación, separar lo virtual de lo real para no aislarnos.

El progreso es inevitable, pero siempre si sacamos lo mejor de él en vez de entregarnos plenamente al mismo.

CURIOSIDAD

¿Para qué miramos nuestro teléfono móvil? En la mayoría de los casos para leer o responder mensajes o Whatsapps (en torno a 23 veces al día).
Le siguen las llamadas de voz,22 veces al día o mirar la hora, algo que  hacemos en 18 ocasiones. Otras de las opciones estrellas que tenemos para bajar la vista a la pantalla es para

mirar el correo, entrar en las redes sociales, jugar a algún juego o escuchar música. Estas dos últimas opciones lo usamos unas13 veces a lo largo del día.
En menor cantidad, unas 8 o 9 veces al día, entramos desde nuestro dispositivo a los diferentes medios de comunicación online, hacemos fotos o grabamos un vídeo.

Lo más llamativo de este estudio y que da la importancia del alto grado de dependencia, es que no somos capaces de estar sin nuestros terminales más de 6 minutos. Tenemos necesidad de relacionarnos, aunque cada vez sea más virtual y menos personal.

 

BIBLIOGRAFÍA

Fernández Guerrero, IM. WhatsAppitis. The Lancet , Volume 383 , Issue 9922 , 1040

Michaud D. How many times do you check your mobile phone per day? 2013

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