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Como tratar las almorranas

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Escrito el día 30-enero-2019 por Juan Toral

Suelen sufrirse en silencio pero eso no quita que tengas en tu poder información sobre ellas. Las hemorroides, conocidas popularmente como almorranas son un problema bastante más frecuente de lo que se puede pensar. El estilo de vida, el vivir con prisas, la alimentación que tomamos pobre en fibra que se asocia a alteraciones del tránsito intestinal, el uso de picantes, el tabaco, el estrés, un embarazo…son situaciones que predisponen a que las personas puedan sufrir estas molestas hemorroides.

 

En este artículo intentaré explicarte que son las almorranas.

 

Una almorrana es una variz, o sea, una vena hinchada que se localiza alrededor del ano, en la parte inferior del recto. En el canal anal las venas de la zona se agrupan formando el plexo hemorroidal.

 

Cuando una vena se dilata pierde su forma habitual y se forma una varicosidad, que se palpa como un cordón arrosariado que puede salir hacia el exterior.

 

Las almorranas suelen ser bastante molestas y producir picor, dolor e incluso la aparición de sangre al limpiarnos con el papel tras defecar. El riesgo de las hemorroides es que se trombose debido a un trombo que tapone dicha vena ya de por sí inflamada, lo que puede terminar necesitando una visita por Urgencias.

 

¿Cómo puedo tratar las almorranas?

Lo primero es seguir unas recomendaciones higiénico-dietéticas. Las personas que sufran esta patología deben seguir una dieta con una ingesta adecuada de fibra (frutas, verduras, cereales) y líquidos en cantidad suficiente (al menos litro y medio al día de agua) para aumentar y reblandecer las deposiciones, dado que esto disminuye el dolor, el prolapso y el sangrado, y la deposición se realizará sin hacer esfuerzos. Los laxantes tipo Plantago ovata pueden ser útiles para lograr estos objetivos si el consumo de fibra en la dieta es insuficiente. Los baños de asiento con agua templada-fría, dos veces al día, resultan muy útiles para aliviar la sensación de picor e inflamación local, junto con una higiene local adecuada; evitar la ropa interior ajustada y el papel higiénico (en caso de usarlo utilizar uno suave, o mejor toallitas para hemorroides). Otras de las medidas que podrían resultar beneficiosas serían la práctica de ejercicio, perder peso, el hielo local y evitar la sedestación prolongada.

 

Si las anteriores medidas no son efectivas, daríamos el salto hacia los tratamientos en forma de fármacos. Como acabo de comentar, laxantes como Plantago ovata pueden ser útilies para lograr el objetivo si la fibra falla. Otra opción serían las pomadas con cortisona que pueden administrarse localmente en la zona prolapsada, con un suave masaje, y por un corto periodo de tiempo (no más de 7-10 días). Si nos excedemos en su uso, pueden terminar provocando atrofia en la piel e inducir picor y lesiones por rascado. En la farmacia existen otras pomadas sin corticoides que poseen anestésicos, vasoconstrictores o antiespasmódicos que sí se pueden prolongar en su uso sin generar los problemas de las anteriores. Las pomadas únicamente deben emplearse cuando haya molestias anales y deben evitarse cuando hay sospecha de infección local.

 

Otro grupo de fármacos a emplear serían aquellos destinados a tratar el dolor. Fármacos como Paracetamol y Nolotil serían buenas opciones. Hay que evitar los opiáceos ya que causan estreñimiento y los AINEs en el caso de que haya hemorragia rectal.

 

Dentro de la farmacología también podemos hacer uso de los fármacos flebotónicos como la Diosmina que parece reducir el tiempo de duración del sangrado en los episodios agudos de hemorroides y se ha sugerido que podría disminuir el número de episodios de hemorragia, aunque hay pobres evidencias científicas al respecto y su indicación da lugar a dudas, aunque parecen tener escasos efectos secundarios y ser una alternativa para intentar esquivar el quirófano. Pero en general, no se recomienda tratar las hemorroides y sus crisis con fármacos venotónicos.

 

Ahora bien, ¿qué debo saber si tengo que operarme?

Terminar pasando por quirófano es la opción a tener en cuenta si el tratamiento conservador falla o aparecen complicaciones, como sería el caso de las hemorroides trombosadas, donde habría que realizarse en menos de 48 horas la extracción del trombo (trombectomía) bajo anestesia local.

 

El tratamiento quirúrgico está dirigido a disminuir el exceso de tejido hemorroidal. Es adecuado comenzar con técnicas poco invasivas para los grados I y II, y dejar la hemorroidectomía para los grados III y IV o cuando fracasan las técnicas poco invasivas. El tratamiento puede ser por cirugía menor o por hemorroidectomía.

 

Las técnicas de cirugía menor están indicadas en hemorroides pequeñas. La ligadura en banda elástica parece superior al resto de las técnicas de cirugía menor (bandas elásticas, inyectar agentes esclerosantes, infrarrojos, crioterapia o fotocoagulación laser). 
La hemorroidectomía está indicada en las hemorroides de grado IV y en aquellos pacientes que no responden a técnicas de cirugía menor. Así mismo, en las hemorroides grado III puede valorarse la hemorroidectomía. Esta técnica suele precisar anestesia general y consiste en la eliminación de los tres vasos principales que irrigan las hemorroides

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